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Cómo hacer una camiseta de grannies

Cómo hacer una camiseta de grannies

(Estoy de vacaciones, así que el post está programado. Os echo de menos o algo… y todos los días, después de la siesta de tres horas, pienso en vosotros.)

La sabiduría popular dice «Nunca digas: De esta agua no beberé». Pues bien, yo soy experta en gritar a pleno pulmón: «No pienso probarla nunca» o «Jamás me va a gustar». Una especialista. No sé si es mi mala leche innata, mi tozudería genética o qué, pero normalmente lanzo sentencias a diestro y siniestro, y hablo con certidumbres tajantes que pueden apabullar a quien me escucha.

La realidad es que, gracias a ese rasgo personal e identitario, me como mis palabras con patatas cada cierto tiempo. Soy tan vehemente lanzando frases lapidarias como silenciosa y discreta para tragarme lo que dije tiempo atrás.

Por ejemplo, a los 18 años no paraba de decir a todo aquel que me quisiera escuchar que yo no pensaba traer hijos a este mundo, que era injusto para todos y egoísta y qué se yo más. Tres pompones más tarde, mi madre aún me mortifica recordándomelo y yo pongo cara de distraída y me escudo en que a los 18 años uno es bastante voluble y no sabe muy bien lo que se dice.

Otra de mis frases célebres es: «A mí no me gusta el ganchillo». No me gustaba, me parecía una horterada. Los tapetes me resultaban horrendos. ¿Y hacer ganchillo? «¿De qué me has visto cara? ¿De ama de casa de los años 30?»

Ahí están, famous last words, como se dice en inglés. Grandes aciertos vitales. Pero, ¿qué sería la vida sin estas armas arrojadizas que os estoy proporcionando para que os metáis conmigo la próxima vez que me veáis, o ya directamente en los comentarios? Bring it on!

La verdad es que yo era de punto y de poca cosa más. Todo me resultaba bastante cursi y bastante feo y poco moderno y vaya uno a saber qué. Hasta que un día, después de casi sacarle un ojo a mi compañera de asiento con mis agujas de punto, decidí que necesitaba una labor más portátil para mis largas horas en el tren. Y como quien no quiere la cosa, y con muchas dudas, cogí una aguja de ganchillo.

Saltemos un par de años más adelante y aquí me tenéis, con mis agujas de ganchillo a todo gas, forrando todo lo forrable, quedando con mis adoradas Pirates del ganxet para darle a la aguja y a la lengua y con un proyecto en el bolso a perpetuidad.

Entre las cosas que jamás en la vida me habían gustado estaban los grannies. Mi caída empezó con las mantas, tan bonitas con los colores conjuntados, tan modernillas en las habitaciones shabby chic de los grandes blogs de decoración,  tan chulas…

Pero tenía claro que no iba a caer en la moda de llevar puesto algo hecho de ganchillo. Y cuando Núria nos propuso hacernos una camiseta con un par de grannies, me negué en redondo y mantuve mi negativa… hasta que Laura, otra de las piratas, apareció un día con su camiseta de grannies y nos dejó a todos con la boca abierta. Claro que Laura es un pibón, que quede claro, yours truly no le puede hacer sombra, ni lo intenta.

Así que compré unos ovillos de DMC Natura en color negro, cogí mi aguja (yo usé un número 4 para que no quedase muy rígida, que es una camiseta veraniega!) y me lancé a la aventura!

Básicamente, lo único que hay que hacer son dos grannies grandes. Tan grandes como tú :^)

Mis grannies tienen 20 vueltas y creo que me pasé un poco, porque me va un pelín grande. Pero bueno, por ahí andan los números, depende de lo apretado que gancheteéis y de lo delgadas que seáis, tendréis que hacer más o menos vueltas.

¿Que cómo hacéis vuestro granny? En la página de Pascale’s Point he encontrado este patrón claro y conciso…

Pero también tenéis instrucciones detalladas con fotos en este post donde hablamos de cómo hacer un escudo de Hogwarts para la fiesta de Harry Potter, ¿os acordáis?

Pues cuando tengáis dos cuadrados iguales solo tenéis que enfrentarlos derecho con derecho y coser. Para las mangas, yo dejé una abertura de siete grupos de tres puntos en cada pieza, es decir, 14 grupos. Y para el cuello cosí primero tres grupos de tres puntos, pero luego me arrepentí e hice cinco, para que no se me desbocara tanto.

La parte de abajo os quedará tubular y hay que rematarla, porque si no la camiseta queda un poco corta. Yo le di tres vueltas de punto alto en cada punto, para que quedara diferente, pero podéis hacer el mismo punto: tres puntos altos en cada espacio.

¡Y ya la tendréis! Si sois castas y puras (y regordetas) como yo, os la podéis poner con una camiseta de tirantes debajo. Si sois más osadas o más pibones, nada, a pelo, que queda sexy :^)

En todo caso, ¡vivan todas las veces que tenemos que tragarnos nuestras palabras! Porque eso demuestra que estamos vivos, que evolucionamos y que aprendemos constantemente.

12 Comments
  • Sònia Layola
    Posted at 06:46h, 14 agosto Responder

    ay, pero com m'agrada llegir-te Paula. Merci per aquest sonriure que has dibuixat a la meva cara de bon mati 🙂

    • Paula
      Posted at 19:20h, 16 agosto Responder

      🙂 Un petó, guapa. M'has aixecat la moral!

  • Isla Sandía
    Posted at 06:58h, 14 agosto Responder

    Olé tú! 😉 Yo esta camiseta la tengo pendiente desde que la vi en el Instagram de Nus&fils. A ver si ahora que me ha entrado envidia máxima, me pongo a ello 🙂

    • Paula
      Posted at 19:21h, 16 agosto Responder

      Sí! A ver si quedamos un día y nos ponemos las dos a ello. Un beso gordo!

  • Núria Pujols
    Posted at 07:56h, 14 agosto Responder

    Paula!!! Tu si que ets un pibón i et queda tant genial! T'entenc perfectament perquè amb les mantes sempre dic que mai més, i mira ara en tinc pendent tres!!!!grrrrrr!!
    Que acabis de passar un genial agost!!! Ens veiem a la tornada!!!! Un petonàs!!!

    • Paula
      Posted at 19:25h, 16 agosto Responder

      Gràcies, bonica! He fet poc, poc ganxet aquí a la muntanya, però he carregat piles per fer nous projectes aquest any! Que gaudiu del que queda, ens veiem aviadet!! Petons.

  • Pilar
    Posted at 10:17h, 14 agosto Responder

    No lo había pensado nunca, pero esto puede ser un buen intento para mi lana eterna que me trae por la calle de la amargura y con la que no consigo hacer nada en condiciones… creo que mi hermana se queda sin regalo, porque pensaba mandársela, pero antes tengo que intentar esta camiseta!!

    • Paula
      Posted at 19:26h, 16 agosto Responder

      ¡Pruébalo, que lo quiero ver! Lo siento por tu hermana, pero vale mucho la pena 😉

  • María José
    Posted at 21:53h, 14 agosto Responder

    Que panzada de reír con esta entrada. ¿Estás segura que no hablas de mi? Cuando veía a mi madre con el ganchillo. Yo, muy moderna, sentenciaba que eso en mi vida me gustaría, que si eran una horterada los tapetitos y demás. Pues ahí me tienes, dándole al ganchillo. Tengo una muy parecida pineada (entre tropecientas cosas más de ganchillo) muy parecida a esta y que algún día me haré.
    Y lo de los niños, idem. Pero en mi caso iba a tener cuatro, con el segundo que no para, paré yo. Mi padre aun sigue preguntando dónde están los otros dos.

    • Paula
      Posted at 19:29h, 16 agosto Responder

      Jajaja! No se puede evitar. Mi madre me recuerda mil millones de cosas que dije en algún momento (que soy una bocazas). Pero bueno, es divertido (hasta cierto punto)… Y en cuanto al ganchillo, me alegro un montón de haberme equivocado, lo que me llega a relajar! Besitos!

  • Miren Telaria
    Posted at 23:13h, 26 agosto Responder

    Es que cómo somos…. No hay nada más que mentar a la bestia para que nos salga en la primera esquina oscura y al despiste. Yo estaba más que convencida de que estaba por encima de las costuras, los crochetes ( es que es tal cual lo has descrito, hija, cosas de vieja…) y similares. Vamos, que hasta lo de que NUNCA bordaré me lo voy a tener que comer,… Tu has visto los bordados con aguja mágica? pues eso… Con patatas.

    • Paula
      Posted at 07:39h, 27 agosto Responder

      Yo siempre he sido de las de desprecio absoluto a las tareas domésticas. Yo iba a ser una señora con el pelo muy corto, sin hijos, que iba de centro de arte en centro de arte y de filmoteca en filmoteca. Y ahora mataría por tener una tarde libre para coser, bordar, hacer ganchillo u organizar la cocina. Madre mía. Si me viera mi yo de veinte años.

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