Welcome

We are creative.

Follow us

Organización para desorganizados: cómo aplicar el minimalismo a tu vida

Organización para desorganizados: cómo aplicar el minimalismo a tu vida

Si entraseis en mi casa hoy mismo, no diríais jamás que somos una familia minimalista. Y puede que para el concepto básico de minimalismo, ese que tenemos todos en la cabeza, nosotros seamos unos absolutos herejes. Prácticamente no hay ni una sola superficie limpia y vacía en toda la casa. Hay libros apilados en varios rincones. Y los armarios están cerrados a presión. Tenemos un montón de cosas.

Y sin embargo… Sin embargo puedo asegurar que hoy hay en casa muchísimas menos cosas que hace un par de años. Muchísimas menos.

No es que nos hayamos vuelto ascetas y empecemos a renegar de nuestras posesiones materiales, ni mucho menos. Nos gusta tener cosas. Nos gusta darnos un capricho alguna vez y comprarnos algo bonito o algo que teníamos muchas ganas de tener. Pero poco a poco hemos aprendido a darle a las cosas el valor que tienen y a entender que realmente tenemos lo que necesitamos. Y mucho más.

En este caso el plural es mayestático, porque la que tenía un problema grave de acumulación era yours truly. Y hasta cierto punto se lo estaba inculcando a mi descendencia de escarabajos peloteros.

Durante toda mi vida lo he acumulado todo. ¿Apuntes de literatura del instituto? Oh, yeah, guardaditos en una carpeta, por si las moscas. ¿Libros de formulación orgánica de 3º de BUP? La duda ofende. ¿Todas las cartas que me han escrito desde que tenía seis años? Por supuesto. ¿Unos pantalones que pintamos mis amigas Kaja, Linnea y yo con rotuladores cuando teníamos diez años? Pues sí. Habían viajado a través de tres mudanzas y casi treinta años. Pensad la ridiculez más absoluta que alguien puede guardar. Seguro que estaba en alguno de mis cajones.

El que es acumulador lo es y punto. Guarda las entradas de cine para recordar qué película vio qué día y con quién. Tiene una angustia existencial de olvidarse de las cosas y le produce una sensación de seguridad saber que en alguna caja, en algún rincón, tiene guardado todo lo que necesita para recordar los buenos y malos momentos de su vida.

Pero un acumulador también tiene un problema: el espacio. En la última mudanza que hicimos mientras vivía con mis padres, casi la mitad de las cajas eran mías. Es decir: mi madre, su marido y mis dos hermanos JUNTOS tenían tantas cajas como yo. Mis libros, mis apuntes, mis hojas manuscritas, mis colecciones de papeles decorados y vaya a saber uno qué más, ocupaban la mitad del camión de mudanzas. Lo leo y se me pone la carne de gallina.

No sé lo que les pasa a los demás acumuladores del mundo (estoy con vosotros, hermanos) pero a mí llegó un momento en el que todo se me empezó a caer encima. No me daban las neuronas para acordarme de todo lo que tenía y de dónde lo tenía. Los montones de papeles me deprimían y la cantidad inhumana de libros, revistas, artículos y apuntes que quería leer, repasar, subrayar o recuperar me paralizaba, porque era una tarea que solo podía abarcar un titán.

Las cosas que tenía me agobiaban. Ni más ni menos.

Empecé a leer cosas sobre minimalismo y sinceramente, lo primero que pensé fue: «Esta gente está como una cabra. ¿Vivir con 30 prendas de ropa? Me voy a pasar la vida poniendo lavadoras. ¿No tener libros en casa? ¿Tener solo 5 platos y 5 vasos? Anda y que os den.»

Es decir, que por muy fascinante que me pareciera el tema, la reacción era un rechazo total, absoluto y tajante. Porque sinceramente, ese minimalismo no es para mí. A mi familia y a mí eso no nos va. Queremos tener cojines para hacer guerras y platos y vasos para que vengan un montón de niños a merendar. Nos gusta tener máquina para hacer helados y gofres, y libros para leer por la noche, tumbados en el sofá. No, gracias, pasamos de vivir con tres perchas, dos revistas y un bonsái.

Pero con el tiempo, esas ideas extremas fueron encontrando un espacio en mi cerebro de acumuladora. Y fueron mutando y convirtiéndose en otra cosa. Minimalismo Mutante (cualquier concepto al que le añadas mutante o zombi gana mil puntos).

Nuestro minimalismo no se parece al de las revistas o los blogs. No hay habitaciones con solo un sofá y el ruido de la lluvia de fondo, ni jarrones de cerámica con una flor solitaria. Nuestro minimalismo es como nosotros: ruidoso, excesivo, desordenado y feliz. Pero es minimalismo al fin y al cabo.

Así que hoy quiero daros unos consejos para cambiar el caos y el desorden de la abundancia por otro caos y otro desorden más minimalista. Al estilo Casa Pompón.

1. Haz que el concepto funcione para ti


El minimalismo no es ni tiene por qué ser un concepto universal e inamovible. Piensa qué significa para ti y cómo quieres aplicarlo. Ya habréis oído la famosa frase que dice que no tengas nada en tu casa que no te parezca bonito o útil, y básicamente ese es el concepto que nos ayuda a definir cómo queremos nuestro minimalismo. Vamos, que tienes que encontrar tu propio concepto. Yo, por ejemplo, no renuncio a mis materiales para manualidades, bricolaje y cocina. Son las cosas que me chiflan. El pomelo no renuncia a su material de triatlón. Pero todo lo demás es debatible… Busca lo que es básico para ti y piensa qué puedes hacer con todo lo demás para racionalizar un poco el uso de tu espacio.

2. No te obsesiones: es un proceso continuo


No, no te vas a levantar un día y va a estar todo hecho. Aunque reserves un fin de semana o una semana de vacaciones para limpiar, tirar, recoger y organizar, el trabajo no va a terminarse sin más. Es un trabajo continuo. Vas a tener que planteártelo todos los días. Yo llevo casi dos años intentando convertirme en minimalista y cada vez me cuesta menos y tengo que pensarlo menos. En este tiempo he sacado de mi casa (y no exagero) más de treinta bolsas de basura industriales de «cosas». Al principio me costaba un montón y me pasaba todo el día mirando y volviendo a mirar las cosas, intentando decidir si las tiraba o no… ahora ni lo pienso, las miro y enseguida decido si me las quedo o se van fuera. Es un proceso, hay que aprender y hay que tener claro que van a ser decisiones que vamos a tener que tomar el resto de nuestra vida. Así que no te obsesiones, que el camino es largo.

3. Deshazte de una cosa cada día


Es la manera más fácil de empezar. Todos los días del mundo recoge algo que esté medio roto, que ya no te guste, que no te quede bien, que lleves tiempo pensando en tirar, que simplemente ya no uses… lo que sea. Regálaselo a alguien, tíralo, dónalo, recíclalo… da igual lo que hagas, pero sácalo de ahí. Y al día siguiente escoge otra cosa. Es la mejor manera de empezar a coger el ritmo.

4. No te desanimes


Ya hemos dicho que es un proceso. Y hay momentos de subidón en los que limpias, ordenas y organizas un montón y momentos de los que solo tienes ganas de tumbarte en el sofá y comer Nutella directamente del bote con una cuchara mientras miras capítulos viejos de Fringe o Castle (¿lo he dicho en voz alta?). Si siempre fuésemos una caña de ordenados y organizados no tendríamos el problema de la acumulación. Así que si te apetece salir a pasear con tus amigos, ver una peli o tejer una bufanda en lugar de organizar, adelante.

5. Pon un freno momentáneo a las colecciones


En casa hacemos manualidades, así que hay cajones llenos de botes de cristal, tubos de papel higiénico, cajas de cartón, tapones de botellas… Y también tengo tendencia a comprar libros y revistas. Por el momento está todo en pausa. Si estoy intentando organizar y sigo añadiendo cosas a mi colección, me frustro. Así que las colecciones de la casa están en standby. No significa que no vaya a acumular nunca más, pero por ahora hay que hacer sitio.

6. Usa las cosas


Habréis leído un montón de textos de esos que la gente te envía o cuelga en FB sobre la importancia de llevar la ropa bonita todos los días y de usar los platos de la abuela en lugar de dejarlos en un rincón cogiendo polvo. Aunque detesto el tono lacrimógeno de esos textos, tengo que reconocer que tienen toda la razón. ¿De qué sirve acumular las cosas si luego no las vas a disfrutar? Ponte como objetivo usar las cosas que tienes, a lo mejor descubres que hay cosas que guardas por guardar, pero que realmente no tienen ningún uso.

7. Comparte las cosas


Cuando hablamos de los libros os conté que tengo unas amigas con las que compramos libros en comunidad y los hacemos circular. Así cada una de nosotras guarda una tercera o una cuarta parte de los libros que acumularía. Pues lo mismo aplica a todo lo demás. Nosotros tenemos una tienda de campaña para cinco personas y la usamos, con suerte, una vez al año. Pero no somos los únicos que la usamos, todos nuestros amigos saben que está disponible y que solo tienen que pasar a buscarla. Yo no tengo raclette, pero mi amiga Ruth sí, así que si una noche me apetece, paso por su casa a buscarla. Y ella sabe que si quiere coser algo, puede pasar a usar mi máquina de coser (o mis servicios, porque ella, ni un botón ;^)). En fin, ya lo pilláis, se trata de que cada uno tenga cosas a las que le da cierto uso y de que los demás puedan usarlas de vez en cuando. No hace falta que todos tengamos de todo.

8. Piensa bien lo que metes en casa


Intenta que las cosas ya no pasen por la puerta. Clasifica el correo antes de entrar a casa, por ejemplo. No cojas revistas, periódicos o flyers por la calle. No aceptes cualquier tipo de regalo. Ten mucho cuidado con lo que compras. Parece mentira, pero con el tiempo me he ido dando cuenta de la cantidad de cosas que entraban en mi casa sin que yo me diese cuenta. Folletos de una u otra tienda que me metía en el bolso para leer luego, chorraditas que recogía si íbamos de excursión, tíquets de compra que pensaba ordenar y clasificar cuando llegara a casa… Por no hablar de compras casi compulsivas o tan pequeñitas que no me parecían ni compras. Ahora me lo pienso todo muchísimo. Si voy a comprar algo lo miro y lo remiro y pienso si tengo sitio para ponerlo, si lo voy a usar y si no tengo algo similar.

9. Encuentra tu sistema


Todos los libros que he leído sobre el tema hablan de hacer tres cajas, una para donar, otra para vender y otra para tirar. Parece que esa sea la única manera de funcionar. Pues la verdad es que a mí no me va bien. Al principio me frustraba mucho intentarlo, hasta que entendí que podía hacerlo como me diera la gana, que no había recetas mágicas. Yo lleno grandes bolsas de plástico y las dejo alineadas junto a la puerta para ver lo mucho que he avanzado. Lo tiro prácticamente todo, aunque sí que lleno bolsas de ropa para dar a amigas con hijos más pequeños o de juguetes o libros para llevar al cole de los pompones o a la biblioteca. No vendo casi nada, porque en este país no tenemos tanta cultura de segunda mano como en otros sitios. En esos libros dice también que vayas habitación por habitación y armario por armario. Yo no puedo. Me desespero. Me aburro. Así que ahora me ocupo de varias cosas a la vez y voy saltando de tarea en tarea. Me pongo metas muy pequeñas y concretas. Lo que te quiero decir es que lo hagas como te dé la gana. Que no sigas recetas mágicas, porque no las hay. Que empieces a lo grande o a pequeña escala, da igual, la cuestión es que empieces. Busca lo que te funcione a ti según tu manera de ser y tu espacio.

10. Libera un rincón


Hazte un pequeño bastión, un rincón de la casa que te guste particularmente, que te haga sentir bien y que esté ultra organizado. Yo tengo esta pequeña estantería colgada en el estudio y es lo que miro siempre que el resto de la casa es un caos. Es bonita, es pequeña, está ordenada… me tranquiliza y me da energía para intentar que el resto de la casa quede igual.

Y ya está. Si me hubieseis visto ayer tirar mis catálogos del Festival de Sitges (15 años ininterrumpidos) entenderíais que hay esperanza para cualquiera. Cualquiera. Y que aunque mi casa siga siendo ese desorden interminable, ese caos lleno de cosas, ahora hay muchas cosas menos que antes y casi todo lo que tenemos nos encanta y nos entusiasma.

Espero que os sirvan estas pistas y que si tenéis otras las compartáis con nosotros. ¿Vosotros sois más escarabajos peloteros o minimalistas de 30 prendas de ropa?

36 Comments
  • Anónimo
    Posted at 06:51h, 08 agosto Responder

    Ànims amb la reconversió! En algunes coses sí que sóc bastant escarabajo pelotero. Recomanaries algun llibre en concret dels que t'has llegit? Gràcies!

    Pilar

    • Paula
      Posted at 09:01h, 09 agosto Responder

      La veritat és que no 🙂 Bé, sí que us recomano el One bite at a time de la Tsh Oxender (la de The art of simple), però és més aviat general. I el blog Be more with less, que trobo que és força encertat… Però en general tothom vol que ho llencis tot a les escombraries i això no va gaire amb mi… Crec que és un procés que ha de fer un mateix i començar mica en mica per anar avançant i trobant-se còmode amb les decisions que va prenent.

      Petons!

  • ana5059
    Posted at 06:56h, 08 agosto Responder

    Jo Paula, se me pone la piel de gallina. Yo soy una acumuladora compulsiva, me veo reflejada en todo lo que cuentas al principio. Viene de familia, pero yo he encontrado un pomelo que es todo lo contrario, que no tiene apego a lo material, que tira sin contemplaciones lo que no le gusta o no necesita (cosa que nos ha generado muuuuchos conflictos). Gracias a él he aprendido a relativizar esa necesidad de guardar y coleccionar cualquier chorrada…. He conseguido tirar muchas cosas, principalmente por el espacio, pero sigo guardando muchas cosas innecesarias.
    Mi pomelo, cuando estoy a punto de comprar algo, siempre me dice: si compras ese loquesea hay que tirar el que tenemos en casa (o lo que cumpla la misma función). Y una de dos, o paso de comprar otro loquesea, o tiro el que ya tenemos.
    Muchas veces el problema no es deshacerme de las cosas, es pensar que van a la basura, pensar que hay cosas que aun tienen utilidad que yo no he sabido aprovechar pero que a alguien le puede servir…
    Tus consejos son geniales y sobre todo me tranquiliza eso de hacerlo libremente, no ceñirse a reglas estrictas. He evolucionado y soy capaz de deshacerme de lo adquirido en los últimos años; pero lo anterior, la historia previa…. eso todavía me duele.
    Un beso y a seguir con el minimalismo.

    • Paula
      Posted at 09:07h, 09 agosto Responder

      Yo creo que hay un momento para todo. Es decir, los apuntes de la uni tardé tres purgas en tirarlos, al principio me daba pena. Y este año he metido mano a las cartas que guardaba en dos cajas enormes y he tirado unas cuantas, pero creo que voy a tardar un poquitín más en deshacerme del resto, porque me da pena. Hay libros que superan una purga con nota y en la siguiente se van al mercadillo o al bookcrossing… en fin, que no se puede hacer todo de un día para otro, que es una cosa lenta y hay que dejar que siga su curso. Y reevaluar todo lo que tienes en casa continuamente.

      Mi pomelo es igual que el tuyo: "si te compras eso, el otro a la basura!" y a veces le hago caso y otras no 🙂 Pero creo que hay que entender que hay cosas que nos cuestan y que no tenemos por qué tomar decisiones precipitadas. Un día estás lista y ya está. Y no vale la pena pensar que lo podrías haber hecho antes.

      Y si te da pena pensar que hay cosas que se pueden aprovechar, haz dos cosas: primero, una cuenta en Wallapop o en Segunda Mano. Yo he vendido un par de cosas tras esta reforma y el dinero ha ido directo al bote de los dos euros donde ahora se nos cuela de vez en cuando algún billete y todo el dinero que llega inesperadamente. Segundo, deja las cosas fuera del contenedor, bien colocadas. Te aseguro que en una hora ha pasado alguien y se lo ha llevado (yo fantaseo con poder llevarme algunos muebles y restaurarlos en casa a veces, pero por el momento estoy en dieta de acumulación ;^))

      Un beso gordo!

  • Isla Sandía
    Posted at 07:02h, 08 agosto Responder

    Aquí una minimalista! Mi técnica maravillosa: si algo nuevo entra en casa, algo viejo tiene que salir. Que me compro un pantalón nuevo, pues uno viejo que va fuera. Que me regalan una madeja de lana, pues hago un bolsito con un ovillo viejo y se lo regalo a alguien 😉
    Ya echaba de menos tus posts, mi lectura matutina mientras me tomo el café en el trabajo 🙂

    • Paula
      Posted at 09:15h, 09 agosto Responder

      Guaaapaaa! Qué maja que eres 🙂

      Yo siempre intento eso de que entre algo y salga algo, pero no me apaño. A veces meto cinco cosas en casa y otras tiro tres… Si es que no soy metódica ni para eso! Besitos mil, a ver si nos vemos pronto!

  • Pilar
    Posted at 09:15h, 08 agosto Responder

    Hola! Yo, con tanta mudanza como he tenido desde que me independicé, he aprendido a desprenderme de cosas que ya no usaba, y no guardo nada que no tenga 100% claro que usaré a menudo. Para mí es liberador tirar, es algo que heredé de mi madre, sentarme un día y organizar lo que tengo y hacer limpia de cosas. Y como en mi casa aún no tengo apenas muebles donde guardar cosas, no estoy comprando nada hasta no tener un sitio donde ponerlo. Que lo mismo el día que compre los muebles del salón y del dormitorio me transformo y me convierto en Diógenes…

    • Paula
      Posted at 09:21h, 09 agosto Responder

      Jo, pues eso es genial. A mí me ha costado años, pero ahora empiezo a comprender que no me sirve de nada guardar tanta cosa. Y que no me cabe todo… Pero yo creo que no te vas a volver diogenera, que si ya tienes esa mentalidad, nadie te la va a quitar!! Besitos!

  • Koki
    Posted at 12:08h, 08 agosto Responder

    Aquí otro escarabajo pelotero. Aunque he de decir que en mi última mudanza logré varios avances: tiré todos los apuntes del instituto, las cartas y notitas de la infancia y adolescencia, y mil chorraditas más. Hasta convencí a mi madre para hacer limpieza de armario y donar todo lo que está en buen estado y ya no nos hace falta; acabamos llevando un montón de cajas y bolsas a una asociación solidaria. De todas formas la mudanza fue apoteósica. No sabes la cantidad de cosas que tienes hasta que te tienes que cambiar de casa.
    Lo que no quiero tirar por nada del mundo, al menos de momento, son los apuntes de la carrera. Todo a su tiempo!
    Me encantan estos posts y me sirven de gran inspiración. Besazos!

    • Paula
      Posted at 09:28h, 09 agosto Responder

      Mudarse es lo peor del mundo. Seguido de hacer obras, que es lo que hemos hecho nosotros este verano. Flipas con la cantidad de cosas que tienes y alucinas porque estaba todo guardado y de repente no sabes dónde meterlo y no te cabe nada y no sabes cómo te vas a apañar.

      Pero bueno, lo importante es ir haciendo pequeños avances, aunque sean muy pequeñitos. Yo esta vez también he tirado las notitas del instituto, que total no había vuelto a leer y la mitad de las veces no sabía de qué iban igualmente… Poco a poco lo vamos a conseguir ;^)

  • Wasel Wasel
    Posted at 13:22h, 08 agosto Responder

    Me ha encantado este post, me siento muy identificada 😀 Antes tenía miles de millones de cosas, todo bien guardadito, eso sí, porque soy ultra ordenada, pero demasiadas cosas al fin y al cabo. ¡Hasta que hace un año o dos me volví minimalista porque todo eso me pesaba interiormente! Y ahora soy de las que vive con muy poquitas cosas, es un alivio total.

    • Paula
      Posted at 08:31h, 10 agosto Responder

      Sí, la verdad es que no te das cuenta del espacio no-físico que ocupan todas esas cosas… Cuando leí que acumular te creaba una carga mental, me reí… pero luego me di cuenta de que es verdad. El desorden, la acumulación, los montones de cosas apilados (aunque sea ordenadamente ;)) te van erosionando un montón. Ahora miro algún rincón de mi casa y pienso que es bonito sin más! Y quiero eso para tooodos los rincones de mi casa, así que en eso andamos!

  • Sònia de Entre Harinas
    Posted at 18:31h, 08 agosto Responder

    Hola guapa! feia temps que no em deixava caure per aquí. Jo ho guardava tot, tot, però poc a poc vaig anar deslliuran-me'n de coses acumalades, com els apunt d'EGB i després de l'universitat. Tot i que encara em dol quan hi penso. Ho faig bàsicament per deixar aire i per permetre entrar noves coses. Que no és ben bé el concepte minimalista. És més una necessitat de renovació. De posar ordre general a la meva vida i de passar pàgina. El problema que tinc és que no tothom a casa segueix la mateixa línea i sovint em veig com encorcetada entre caixes que sovint ni tan sols guarden res. Però tot i així el meu caminet de formigueta em fa sentir bé interiorment. Un petonàs bonica

    • Paula
      Posted at 08:34h, 10 agosto Responder

      Ui, a mi no em dol res. Quantes vegades havies consultat els apunts? Jo amb aquesta reforma he tret de casa els diccionaris. I mira que em fa sentir rara, perquè els diccionaris han sigut sempre una cosa intocable… però, sincerament, ara mateix no en consulto cap que no sigui en línia, no hi ha res que no puguis trobar amb una bona cerca a internet. I prefereixo mil vegades tenir l'espai lliure a casa!

      I jo penso sobretot en els nens. Aquest darrer cop he vist que ho han començat a interioritzar i que són capaços de llençar coses, un munt de coses! I això em fa sentir bé. Crec que els hi estic ensenyant bé i em tranquil·litzo.

      Un petó ben gros!

    • Sònia Layola
      Posted at 17:17h, 10 agosto Responder

      I tan que els hi estàs ensenyant! Això no ho dubtis. Uix els diccionaris, je,je, encara estan allí (emotion vermell) i mira que sempre em demano perquè els tinc. Suposo que és simplement nostàlgia.

  • Marta G.G.
    Posted at 21:54h, 08 agosto Responder

    Te entiendo taaaaanto. Soy acumuladora compulsiva. No le había puesto nombre hasta ahora, pero leyéndote lo tengo claro.
    En mi caso, las cartas manuscritas se quedaron en casa de mis padres. Pero allí siguen, sólo yo sé exactamente dónde, porque cómo tirar todas las cartas que me escribía casi a diario con mis amigas del instituto? Creo que debería empezar por ahí y a partir de eso intentar mi minimalismo personal…

    • Paula
      Posted at 08:36h, 10 agosto Responder

      Para mí la pregunta clave es: ¿las has vuelto a leer? Porque yo hay cosas que sigo acumulando porque les doy un uso, porque me hace ilusión. Pero hay un montón de cosas que se guardan únicamente por inercia… y porque todo parece pillarte de las entrañas cada vez que lo miras. He leído muchos textos que dicen que las cosas no son tus recuerdos y que no quieres menos a alguien por tirar las cosas que te han regalado, e intento que eso se convierta en mi nuevo mantra!

      Anímate, que fijo que lo consigues y es súper liberador!

  • glaramknits
    Posted at 05:54h, 09 agosto Responder

    Escarabajo pelotero en busca de terapia para conseguir ser minimalista mutante. Muchas gracias por tus reflexiones y consejos. Creo que me van a ir muy bien. Leí hace poco que un 80% de las cosas que tenemos las usamos menos de 2 veces al mes. Yo con deshacerme o dar más uso a un 50% de ellas me conformo.

    • Paula
      Posted at 08:38h, 10 agosto Responder

      Exacto… Y yo te diría que hay muchas cosas que con suerte usamos una vez al año… o cada dos años! Mejor alquilarlas o pedírselas a alguien cuando las necesites. Eso aplica súper bien a la ropa, de la que ya hablaremos, pero también a otros temas… yo hace poco vacié la cocina porque tenía un montón de artilugios que no usaba para nada, pero que me encantaba tener… Pues eso, a valorar mejor lo que tenemos y a darle uso o tirarlo!

  • MyLittleDolçCorner
    Posted at 08:48h, 09 agosto Responder

    Molt bon article!

  • Miren Telaria
    Posted at 04:42h, 10 agosto Responder

    Pues hubiera contestado pelotero y toca pelotas sin duda… Pero he reflexionado mi respuesta, y me he dado cuenta de que a pesar de mi natural tendencia a es-mío-no-me-lo-toques, he evolucionado desde el pelotero compulsivo hasta el pelotero porque yo lo valgo, pasando por el minimalista por hastío, (el agobio que mencionas que te entró a tí, yo también lo padecí). Después de no se cuantas mudanzas me di cuenta de que le daba una importancia agobiante y esclavista a tal o cual chorrada, y que todas juntas eran la mitad del camión de la mudanza (vamos, que me veo en tí), Y que la tranquilidad y sosiego que me daba el tenerlas cerca era placebo. Me reportó gran alivio darme cuenta de que sin ellas el mundo seguía girando. A partir de ahí acumulo conscientemente, es decir, decido que tal cosa me gusta, y me lío a tener y tener, pero filtrando, consciente de que luego me dará el yuyu y que tal o cual cosa no va a pasar la criba, entonces ni me molesto. Cuando me saturo, paro y purgo. Conservo lo que realmente me gusta y tiene una utilidad, lo convierto en parte de mi vida/casa y me voy a por otro objeto de codicia. Minimalista mutante. O pelotero reivindicativo, y con ínsulas de autocontrol. Me encantan tus fotos. ¿Me envías una copia? Tengo una caja que ….
    Buenas vacaciones!!!!

    • Miren Telaria
      Posted at 04:43h, 10 agosto Responder

      Y esa librería ordenada pro colores es lo más cuqui.

    • Paula
      Posted at 08:41h, 10 agosto Responder

      Mola que te hayas fijado en mi librería, mi nuevo orgullo… Ahora no se ve bien porque tiene trastos delante, pero no va a tardar en ser el rincón más chulo de la casa 🙂

      Me encanta lo del efecto placebo, exacto. Lo tengo ahí, lo miro y me hace sentir mejor, pero no del todo. Y sí, ver que el primer día que tiras un montón de cosas a la basura no pasa nada, nadie se muere, el mundo sigue girando y tu vida no se resiente es liberador! Y luego ya le pillas el truco.

      Y yo también sigo acumulando (telas, lanas, rotuladores, pinturas…) pero acumulo cosas que me encantan, que uso y que quiero acumular. Y puede, es verdad, que en la próxima criba ya no me vaya tanto el fondant y lo tire a la basura, pero, eh, mientras lo he tenido lo he disfrutado. Y ya está.

      Buenas segundas vacaciones a ti también, guapa!

  • María José
    Posted at 07:34h, 10 agosto Responder

    Escarabajo pelotero al habla. He tenido alguna temporadilla cortísima de minimalismo mutante, incluso me leí el litbro "Simplifica tu vida", muy interesante por cierto. Pero la verdad que como me siento realmente bien, es teniendo todos los armarios repletos de telas, material de dibujo, lanas, ropa, útiles de cocina… Pero todo en armarios guardadito.
    Por ejemplo a esa librería espectacularmente ordenada por colores, pues yo le habría puesto unas puertas de cristal. No sé si también será porque todo en el campo coge dos dedos de polvo.
    Voy a ver si me deshago de algo. Tendré muy presente esta entrada.
    Besitos

    • Paula
      Posted at 08:45h, 10 agosto Responder

      María José, yo también acumulo! Y me siento bien! En el armario de la habitación tenemos dos estanterías dedicadas íntegramente a lanas y telas… y en el armario del pasillo, pues también. Pero hay otras cosas que no se merecen la acumulación, que tienen que irse para dejarnos espacio para las telas y las lanas :^D

      Mi problema es la acumulación de todo y el quedarme con cosas que ni uso ni me parecen preciosas, solo porque alguien me las regaló un día… eso tiene que ir fuera!

      Y yo todo lo contrario a ti. Con el tiempo me molestan más las puertas… De hecho a esa estantería se las quité! Creo que viene con el minimalismo, empiezas a tener tan pocas cosas que quieres que se vean. Aunque ya te explicaré lo del polvo, que no sé cómo lo voy a llevar.

      Un beso enorme!

  • Remorada | Purple Prose
    Posted at 10:22h, 13 agosto Responder

    aaaay, yo soy bipolar, casi no tengo muebles, ni ropa, ni cosas, pero tengo "algunas" colecciones que lo ocupan todo! y de pensar en una mudanza me hacen temblar

    así que llevo un tiempo intentando reducirlas a su mínima expresión, ya "solo" tengo UNA caja de cartitas y notitas que guardo desde que nací, adiós entradas, boletos, y memorabilia que ya ni sé a qué corresponde! minimalismo zombie power!!!

    • Paula
      Posted at 18:56h, 16 agosto Responder

      Confieso que hace muy poco escaneé toooodas mis entradas de conciertos y memorabilia similar para tirarla por fin a la basura. Me deshice de dos álbumes de fotos y de varias cajas de recortes. Pero bueno, oye, si tus colecciones te gustan y te hacen feliz… pues nada. El año que viene, si todo va bien, me voy a Japón, así que si quieres hablamos entonces y me tiras todo esto en cara 🙂

  • noialand
    Posted at 17:42h, 13 agosto Responder

    ¡Ay, Paula! A veces te leo y creo que me has robado la mitad de mi cerebro (los zombis, aunque sean minimalistas es lo que tienen). Hace dos años empecé con mi proceso de simplificación, no fue algo meditado sino puro instinto de supervivencia.
    Acumular es una cuestión de inercia: te acostumbras a no tirar nada y acabas conviviendo con una indecente cantidad de cosas que ni quieres, ni gustan, ni necesitas. Empecé tímidamente donando los libros repetidos, y terminó saliendo el 80% de mi biblioteca, una ingente cantidad de discos compactos, revistas, cajas de ropas y todos los "por si acaso". "Por si acaso" es una expresión tan dañina que deberían hipnotizarnos para que se nos olvidara. Compré una batidora más potente pero guardé la vieja "por si acaso", cambié las feas sillas de comedor que venían con la casa por otras nuevas pero guardé las viejas "por si acaso"… y así hasta el infinito (incluyendo cosas que me da vergüenza reconocer como capuchones de boli bic o la falda del uniforme del colegio, que odiaba). Las guardaba sabiendo que era una tontería porque si se me estropea la batidora o vienen mis amigos a cenar y no tengo asientos suficientes, solamente tengo que llamar a la puerta de mi vecina y me presta sillas o su kitchenaid con una sonrisa (con el plus de que además me regala medio bizcocho casero o dos botes de mermelada de propina).
    Por suerte tirar también engancha y me he quedado sólo con las cosas que realmente me gustan (que son muchas) pero tengo espacio de sobra para respirar y crecer. Y en el proceso descubrí que tengo una casa grande y bonita pero yo no lo sabía (por absurdo que parezca). Así que sí, aquí otra minimalista mutante, exagerada y pantagruélica.
    Y como una cosa parece que lleva a la otra también soy muy selectiva y me lo pienso mucho antes de llevarme algo nuevo a casa. Tiene que gustarme pero además tengo claro que lugar va a ocupar. Y, además, decidí que cualquier objeto que entre en casa, ya sea un libro o un pelapatatas tiene que ser un objeto bonito. Si compro un libro en papel tiene que gustarme la edición, y si no lo leo en formato digital y si no encuentro un pelapatatas que me guste, las pelo (bueno, las pela César) con el cuchillo.
    Perdón por el royo. Sólo una cosa más, adoro tu estantería ordenada por colores. Yo intenté hacer lo mismo con la mía, pero mis libros de manualidades no se llevaban bien con las guías de campo, y los tomos de Harry Potter se negaron a separarse… así que se quedó con los colores revueltos.

    • Paula
      Posted at 19:14h, 16 agosto Responder

      Jajajaja! Yo hice trampa y llevé los Harry Potter a la habitación de los pompones 🙂 Y los de manualidades los tengo ordenados por colores también, pero en otra estantería, que también tiene los cómics mezcladitos guardados tras unas puertas que los ocultan.

      Yo todavía tengo camino por recorrer, la verdad es que los catálogos del festival de Sitges, por ejemplo, han supuesto un nuevo hito, un punto de inflexión, algo que no pensaba que pudiera sacar de casa, pero que no me ha dolido tanto como pensaba. Poco a poco voy superando el complejo ese del "por si acaso" también, aunque me cuesta un montón.

      Yo quiero una vecina como la tuya! Pero la verdad es que me pasa lo mismo, tengo amigos que tienen de todo, así que no me hace falta. Por ejemplo, creo que cuando volvamos a casa voy a deshacerme de la fondue que no usamos desde hace como… ¿10 años? Y cuando la necesite se la pediré a mi madre o a Francis, que tiene de todo de cocina.

      Y también hace poquito que aplico el concepto belleza… ¿Lo que compro es digno de foto? Me lo quedo. ¿Prefiero tenerlo escondido? Pues me lo pienso.

      Pero es un proceso y sigo metiendo la pata y hay cosas que todavía no he superado y actitudes que voy cambiando muy lentamente.

      Ay, que necesitamos un café!

  • Anónimo
    Posted at 18:11h, 19 agosto Responder

    Qué identificada me siento contigo! Tanto en el antes como en el proceso de transformación (sobre todo estoy de acuerdo en tu punto 9). Para mí el punto de inflexión que me hizo salir del "diogenismo" fue una mudanza, que fueron dos mudanzas seguidas: de la ciudad donde viví 12 años a casa de mis padres, donde además con el subidón organizador me dediqué a revisar y limpiar mi habitación de adolescente, y de ahí a Francia, todo ello en un mes y teniendo en cuenta que el cambio de país lo hice exclusivamente con una maleta de 23 kilos. En total se me fueron unas 10 bolsas de basura tamaño comunidad y fue totalmente liberador. Ahora vivo en un mini piso, con la ropa justa y sin libros ni música en formato físico (vivan los formatos mp3 y epub!) y sabiendo que dentro de un año me tendré que volver a mudar y, aunque aún me cuesta, yo también me estoy volviendo minimalista a mi manera, cada vez me pienso más lo que compro y en cuanto no llevo o no uso algo va a la basura. Eso sí, tengo mi espacio para mi colección de cámaras y para mis crecientes materiales para manualidades, no se va a poder tener todo!

    • Paula
      Posted at 07:46h, 27 agosto Responder

      No, es que yo creo que si nos lo quitaramos todo seríamos un poco amargados… Una cosa es ir ligeros de equipaje y otra muy diferente es negarnos caprichos y cosas bonitas. Y eso no.

      Yo creo que las mudanzas son grandes catalizadores. Como las obras. Cuando sacas toooodo lo que tienes metido en un armario y ves el espacio que te ocupa… pues empalideces. Es brutal. Y es alucinante ver que las puedes meter en una bolsa y llevar al contenedor más cercano y no pasa absolutamente nada. Y sigues adelante con tu vida sin que ocurra ninguna debacle. Eso es lo que todavía no me creo. Que se puede hacer y no se para el mundo.

      Un beso!

  • Natalia
    Posted at 14:56h, 09 enero Responder

    Ay ay que recuerdos a mi me pasa lo mismo. Guardo hasta piedras por todas las cajitas de casa. Antes de dar a luz a pirata decidí que todo tenia que cambiar, por cuestión de espacio. Y al principio asi fue. Tiré un monton de inutilidades. Tambien hago manualidad y al tirar el monton de cartones, rollos de wc y de cocina, palos y largo etc fui cosciente del problema. Se me habia ido de las manos. Pero me he quedado parada. No soy capaz de tirar apuntes del insti, libros, carpetas con mensajitos de mis compañeros que muchos leo sus nombres y ni siquiera recuerdo sus caras ni una impresion recuerdo al leerlos. No se ni lo que tengo. Conla ropa he superado fases. El otro dia del tiron y sin creermelo tiré un monton de camisetas de por si acaso que nunca me ponia sin pensarlo ni pasarlo mal. Al contrario siempre que he logrado hacer limpia me he quitado un peso de encima y ya ni me acuerdo de lo que tiré asi q tan importantes no serian las cosas para sobrevivir. Pero vamos que aun le encuentro lejos de ser minimalista en cualquier sentido. Me acabas de recordar con este post q tengo que seguir con la tarea que al fin y al cabo me hace sentir bien … Gracias

    • Paula
      Posted at 18:51h, 14 febrero Responder

      No te presiones. Yo fui absolutamente incapaz de deshacerme de nada durante muchísimo tiempo. Soy un poco lenta. Tengo que leer, asimilar y rumiar mucho, mucho, mucho antes de interiorizar las cosas. Pero un día entendí que no necesitaba tantas cosas. Que el tiempo pasa rápido y las cosas te lastran, que no me hacían falta ni la mitad de las cosas que tenía. Y ahora se ha vuelto un hábito. A veces ni lo pienso.

      ¿Significa eso que lo tengo todo controlado, limpio y ordenado? Ni hablar. Todavía hay armarios que vaciar, cajones que organizar y cosas que ni siquiera he tenido oportunidad de mirar. Pero ya llegaremos. Creo que es importante no olvidarte de ese tema, pero darte el tiempo que necesitas para tomar la decisión tú misma. Porque tienes que decidirlo tú para o lamentarlo.

      Estoy segura de que te va a ir bien y que vas a acabar tirando esos apuntes y esas carpetas. Yo este año tiré cartas. ¡Cartas! Porque no me acordaba de quién era el remitente y sabía que no las iba a releer nunca.

      Poco a poco y a tu ritmo.

  • Nueve meses Y un día después
    Posted at 11:40h, 09 enero Responder

    Me siento taaaaaaan identificada. Yo acumulaba muchísimo, desde niña. Pero tras mil mudanzas y mucho agobio cada vez lo hago menos. Vacío armarios y cajones, que como tú comentas se vuelven a llenar jajaja, me pienso mucho lo que compro (aunque para mi marido no tanto jajaja), los peques tienen sendos armarios cápsula. Y ahí vamos, intentando sobrevivir al caos y vaciando cada vez más y llenando cada vez menos. Un abrazo. Estaré pendiente de vuestros 12 meses. Me ha encantado la idea.

    • Paula
      Posted at 15:49h, 15 enero Responder

      Yo estoy en lo mismo. Sigo teniendo demasiadas cosas (y el rincón de las lanas mejor ni te lo enseño), pero cada vez son menos. A veces repaso un armario y veo que, realmente, no tengo nada más que tirar, que me gusta todo lo que hay. Y me da un subidón que pa qué…

      A ver si al final del año hemos conseguido cumplir con los 12 meses como unas campeonas.

Post A Reply to Paula Cancel Reply

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.