Una reflexión

21 Mar Una reflexión

(Mañana recuperamos temáticas habituales, lo prometo! Pero hoy necesitaba pensar un poco en voz alta. O en escritura alta. O en palabras escritas. Ya me entendéis.)

Vengo de saludar a Monika. Y digo saludarla, porque ya sabéis que marcharse no se va a ir, con lo pesada que es la tía. Y la verdad es que he estado pensando mucho. Y he pensado en varias cosas, pero principalmente he pensado en la comunidad bloguil. Porque a Monika la conocí gracias a eso, a la «comunidad».

Sinceramente, en esto, como en tantas cosas, yo he aprendido por las malas. Es decir, si os fijáis este blog nació hace casi cuatro años, pero empezó a lo bestia y sin mucha estructura. Empezó porque yo quería escribir las cosas que hacíamos en casa, pero me costaba. Así que empezó, pero sin mucha idea. Hace poco más de un año que el blog empezó a funcionar bien y a funcionar como debe funcionar un blog: estableciendo una red, comunicando. Y hace menos meses todavía que he empezado a encontrar por fin (por fin!) la voz que quería tener y a escribir con asiduidad (y a necesitar escribir con asiduidad).

No voy a mentiros, yo creo que todos soñamos despiertos con tener muchos lectores y conseguir algún día ganarnos la vida con el blog, escribir un libro o yo qué sé, que nos paguen por leer blogs todo el día (vosotros también, ¿no? Voy a presuponer que sí para no sentirme como una cerda ambiciosa). Pero al final, lo bonito de esto de los blogs es que detrás de prácticamente todos ellos hay una persona. Alguien como vosotros y como yo, que seguramente trabaja muchas horas y escribe en sus momentos de ocio. Alguien que tiene también gustos, sueños, miedos y obsesiones.

El día que decidí superar mi timidez y dejarle un comentario a alguien en un blog que me gustaba y leía hacía tiempo, empecé a entender que la persona que había detrás de ese blog necesitaba mis comentarios como yo los de mis lectores. Que mis palabras podían tener un montón de fuerza y arrancarle una sonrisa a alguien que vive en otro sitio y cuya cara no conozco. Y eso es muy «empowering» como se dice en inglés, es decir, te da una sensación nueva de interacción, de saber que puedes cambiar las cosas con un acto sencillo y hasta cotidiano como es escribir. Te demuestra, además, que todos somos iguales, y que no importa el tamaño del blog ni la cantidad de seguidores: a todos nos alegra que alguien nos lea, nos «escuche» y decida compartir con nosotros aunque sea tres minutos de su tiempo.

Y además, lo bueno es que el blog te sirve de criba. Es una cosa que comentábamos el otro día Andrea y yo. Imaginaos qué chulo escribirle a una de las ganadoras del sorteo y descubrir que vive a pocas manzanas de tu casa. Y poder quedar para desayunar y charlar. Y descubrir que os caéis muy bien (bueno, a mí me cayó fenomenal Andrea, espero haberle caído bien yo también…). Pues eso estuvimos comentando. Que el blog también te funciona como cedazo. Si alguien te lee y comenta en tu blog, o tú lees y comentas el blog de alguien, lo más probable es que esa persona ya te caiga bien. Te gustará cómo se expresa y las cosas de las que habla y probablemente también te gusten sus opiniones. Así que el blog sirve para relacionarse con gente que se nos parece :^) Como una especie de club a nivel planetario. Mola, ¿no?

En fin, que pensaba todo eso porque a Monika la conocí gracias a la comunidad. A esta comunidad de bloggers que crece y de la que salen lazos, ideas, trueques y amistades. Una comunidad que te relaciona con gente de todas partes que de repente pasa a formar parte de tu vida sin que te des cuenta. Gente en la que piensas y de la que te acuerdas porque te has conocido directamente, sin tapujos. Porque un blog también incluye un punto de exhibicionismo (vamos a decir sano, aunque no sea cierto).

Así que si alguien quiere pagarme por leer blogs todo el día (o algo así), estaré encantada, pero en algún momento del camino he empezado a soñar cada vez menos con ello. Porque el blog me ha dado otras cosas que apenas podría haber imaginado. Me ha dado la oportunidad de conocer gente, de organizar saraos, de aprender un montón de cosas. Y eso no hay dinero que lo compre (de verdad de la buena).

Y por eso hoy quiero acabar con una canción dedicada a mi amiga Sonieta, que lo está pasando mal. No sé si Monika conocía esta canción, pero si la hubiera conocido, seguro que te la habría dedicado, floreta.

No es la versión oficial de la canción, porque parece que desde aquí no podemos acceder a ella… Pero os podéis hacer una idea, especialmente de lo bonita que es la letra.