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Sopa de tomate

Sopa de tomate

Ay, qué nervios. Hoy es el gran día. Tras cuatro semanas alimentándome a base de plantas, algún mamífero, peces y retoños de plumíferos, hoy voy a ver a mi dietista, a subirme a su báscula y a enfrentarme a la realidad. Voy un poco sobre seguro, porque ayer el médico me pesó y vi que voy camino de los cuatro kilos. Pero eso no quita que esté un poco nerviosa… ¿Abrirá el grifo y me permitirá comer algo más? ¿Una mandarina, por caridad? ¿Un puñado de legumbres de vez en cuando? Mañana os cuento.

Hoy os traigo una receta que hice hace unos días y me encantó, particularmente porque es súper útil y le puedes hacer un millón de cambios. Es básicamente una sopa de tomate picante que se puede tomar como sopa o triturar hasta conseguir una crema y a la que se le puede añadir la proteína que queramos. El plato original, que es camboyano, hablaba de un huevo pochado, uno de esos huevos que se cuecen en agua hirviendo con un chorrito de vinagre y quedan casi como un huevo frito. Pero yo tengo mi alternativa, el huevo a la plancha, ahora os cuento.

La receta está adaptada de este libroque me regalaron Ruth y Francis. Me encanta y está lleno de recetas espectaculares. Colecciono libros de cocina de otros países y siempre es una suerte tener amigos que viajan ;^)

Necesitáis: 8 tomates maduros grandes, 2 cebollas tiernas, 2 guindillas verdes (si no os gusta picante, puede ser pimiento), 2 dientes de ajo, un chorrito de salsa de soja (o salsa de pescado, si tenéis, yo no tenía), 1 litro de agua (podéis usar caldo) y huevos.

Poned un chorrito de aceite en una sartén profunda y de fondo grueso o en una olla. Echadle la cebolla y el ajo picados y las guindillas cortadas en trozos pequeños (sin semillas). Cuando la cebolla esté doradita, añadid los tomates cortados a trozos y la salsa (de soja, de pescado o hasta de ostras).

Yo no soy particularmente maniática con la piel y las semillas del tomate, es más, me gustan. Así que generalmente lo meto todo en la olla. Sin embargo, en este tipo de sopas se suele recomendar que se pelen y se quiten las semillas. Podéis hacerlo como queráis, porque creo que es más una cosa de textura que de sabor.

Mezclad bien con una cuchara de palo y revolved de vez en cuando para que no se pegue ni se queme. Se trata de que quede con la consistencia de un buen sofrito de tomate. Cuando ya lo tengáis, le añadís el litro de agua o de caldo, y lo dejáis que hierva durante unos 20 minutos.

Mientras tanto, podéis ir preparando vuestro huevo. Si sois como yo (y como el pomelo) seguro que os encantan los huevos fritos. Mmm… Cuando yo era peque, patatas fritas y huevos fritos era mi comida favorita. Cuando vamos a la montaña, mi suegro siempre desayuna huevos fritos con miel en uno de los pocos restaurantes que hay en 20 kilómetros a la redonda. Cuando no sabemos qué hacer para cenar, lo más probable es que caiga un bocadillo vegetal con su huevo frito (menú pre Gran D). En fin, que nos chiflan. Sean en un arroz a la cubana, con unas lonchas de bacon crujiente o en medio de una pizza, en casa somos de huevos fritos (no tanto de tortilla).

Y hace tiempo ya, antes incluso de la Gran D, que vengo haciendo los huevos fritos a la plancha. Aunque no estemos a dieta tal cantidad de aceite me produce cierto vértigo, así que la he ido disminuyendo poco a poco. Y un día, sin más, hice el huevo en una sartén pequeñita con el mismo aceite que le hubiese puesto a una pechuga de pollo para que no se pegara. Muy, muy poquito. El huevo tarda más, pero queda riquísimo igual, y es una de las cosas que me está salvando la vida durante la dieta…

Luego solo hay que servir la sopa en un bol y ponerle el huevo encima.

Lo bueno de la sopa es que puede hacerse de muchas maneras. Yo me preparé la receta entera pero solo me la comí yo porque me pasé de picante. Así que me sobró. Y un día la trituré y le añadí pollo (que también había sobrado) cortado a tiritas: espectacular! Le podéis añadir unas gambas salteadas con un poco de ajo, por ejemplo. O un poco de queso fresco cortado en cubos. Incluso le podéis añadir un yogur desnatado a último momento y dejarlo hervir unos minutos para tener una crema más suave. En fin, que tiene muchísimas posibilidades y casi ninguna caloría. La única pega es que todavía no han llegado esos días de otoño en los que solo quieres tomar sopa. Pero seguro que no falta mucho.

Ah, ¿habéis visto qué bonitos los huevos que compramos en casa? (No hay manera de hacer que esa frase suene bien…) ¿Os habéis dado cuenta de que son más pálidos? Nos hemos pasado a los huevos ecológicos y ya no hay vuelta atrás. Es probar uno y darte cuenta de que no hay color. Debe ser que las gallinas son felices y se nota.

Mañana os cuento qué tal la dietista y cuál es la segunda fase de la Gran D!

14 Comments
  • Patrizia
    Posted at 08:39h, 22 octubre Responder

    1º: observo con regocijo que has dicho "guindilla" en lugar de bicho ;).
    2º: me parece que ésta también cae.
    3º: qué gracia, yo hace mucho que hago los huevos a la plancha (sí, la yema tarda más en hacerse pero da igual, conozco gente que incluso les da la vuelta, como una tortilla!) y cuando me paso de aceite el ruidillo me recuerda a mi infancia y les digo a mis nenes: "mirad, como en España".
    4º:cierto que los güevos bio no tienen color, literalmente! Aquí en las Teutonias me he vuelto un poco maniática y cuando veo una yema naranja arrugo la nariz. Soy talibana con pocas cosas, pero los huevos, la leche y el yogur bio, please, que sí que se nota en el sabor (en la salud me lo quiero creer).
    5ª but not least: 4 kilos, oleminiña! Seguro que tu matasanos te deja hacerte un humus, mujer… ¡suerte!

    • Paula
      Posted at 08:46h, 22 octubre Responder

      Humus, ay, ojalá!

      1. Si porque no es seca, sino fresca. Yo suelo decir bicho cuando la guindilla es pequeña, seca y arrugadita. Si es como un pimiento más fino, es guindilla. Jajajaja! Me encanta charlar sobre vocabulario…
      2. Pruébala, pruébala y me ucentas.
      3. Yo siempre los había visto… en las pelis. Pero ahora no hay vuelta altrás. Huevo a la plancha y pasado por agua FOREVER!
      4. Podríamos montar un club. Aquí todavía no hemos llegado a la leche y al yogur, no hay mucha oferta, pero los huevos los trajo mi frutera hace unas semanas y a partir de entonces son un fijo. Muchísimo más ricos. Y no sé si para nuestra salud son mejores, pero para la salud de las gallinas, seguro. Que yo ya los compraba de gallinas en libertad porque me daba mucha penita…
      5. Luego te cuento. Ando de subidón ;^)

    • Patrizia
      Posted at 10:05h, 22 octubre Responder

      Sííí, a la salud gallinácea me refería también, of course! Que no veas qué mal rollo cuando ponen esos programas de "Visitemos la granja", o sea, 900.000 pollos en un metro cuadrado picándose unos a otros y rebozaos en su propia KK (pido perdón que es casi hora de comer), y cuento sólo lo bonito. Dan ganas de hacerse vegana (¿se dice así en spanish?), pero jabugo-vegana, jeje.. En fin, que nos adentramos en otros temas. Enhorabuena por esos 4 kilos, quién pudiera! Pero soy más vaga que tú, y la carne es débil…

  • misperendengues
    Posted at 09:12h, 22 octubre Responder

    Otra para la lista, que tenía curiosidad en cómo se hace la sopa de tomate

    • Paula
      Posted at 10:35h, 22 octubre Responder

      Prueba y me cuentas… Si quieres que quede roja como las sopas comerciales, le puedes añadir un poco de concentrado de tomate, de esos que venden en lata. Porque esta sopa queda de un naranja un poco sucio. Besito!

  • Ainara Munt
    Posted at 10:27h, 22 octubre Responder

    Aquí una que tenía unos tomates en la nevera que decían "cómeme ya" y los está convirtiendo en sopica rica (por cierto, huele de cine).
    Un apunte respecto a lo de las salsas: dada su gran concentración de sal, en muchos países asiáticos (no sé si en todos) en vez de sal utilizan salsa de pescado. Lo digo porque si alguien no tiene salsa de pescado en casa y la soja que tiene es de la dulce, le recomiendo que sale la sopa 🙂
    pd: Yo soy de las que dan la vuelta al huevo y está de muerte.

    • Paula
      Posted at 10:33h, 22 octubre Responder

      Sí, es verdad, cuando uso salsa de soja no suelo usar sal… bueno, algunas veces sí, que soy adicta a la sal, para qué negarlo…

      Ay, yo no le doy la vuelta al huevo, que me queda menos yema… La yema cruda es lo mejor que hay en el mundo. Cuando yo era peque, mi madre me hacía yemas batidas con azúcar para merendar y para mí era una merienda de fiesta :^)

  • Pángala
    Posted at 10:46h, 22 octubre Responder

    Mira, ya tengo cena, ¡gracias!

    • Paula
      Posted at 08:38h, 23 octubre Responder

      :^) Me encanta… Espero que te saliera bien y te gustara!

  • Bárbara
    Posted at 14:45h, 22 octubre Responder

    Yo le daba la vuelta al huevo pero si le pones una tapa a la sarten que no deje escapar el vapor en menos de un minutico se ha cuajado la clara 😀
    Me apunto esta sopa!!!

    • Paula
      Posted at 08:39h, 23 octubre Responder

      Ah… ese truqui no me lo sabía yo… lo pruebo la próxima vez que me haga uno. Gracias, guapa!

  • Sònia de Entre Harinas
    Posted at 18:09h, 22 octubre Responder

    mmm, pinta molt bé guapa. I com ha anat el gran dia?

    • Paula
      Posted at 08:39h, 23 octubre Responder

      Molt bé, molt bé. 4 kilets i baixant. Estic contenta!

  • Anónimo
    Posted at 10:38h, 23 octubre Responder

    jijiji aquí otra que confiesa que ayer mismo comió sopa de tomate. Que ricaaaaaa!!!!!

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