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El sacrificio no mola

El sacrificio no mola

Abandonados os tengo, cachis. Perdonadme, pero estamos de cuasi vacaciones, disfrutando unos días de las temperaturas de la capi, jugando con los niños y trabajando. Ehem. Tengo tantas cosas que contaros que creo que tengo tres o cuatro meses de posts listos ya :^) Pero antes me perdonaréis que os aburra con una reflexión.

La verdad es que estado pensando si escribir esto o no, si no sería mejor dedicarme únicamente a colgar actividades y proyectos y ya está, pero ya me conocéis, soy una bocazas y no puedo evitarlo. Y aunque corro el riesgo de que me aticéis un par de boinazos bien dados, me voy a lanzar sin red.

Hace unos días estuvimos en una cena con amigos y acabé hablando con una buena amiga que está pasando un mal momento. Me contó que ha renunciado a muchas cosas y que ha dejado de ser ella misma, agobiada por la cantidad de cosas que tiene que hacer y por el peso de la vida familiar. Lo sorprendente fue que muchas de las otras chicas presentes también se solidarizaron y comentaron su situación personal… compartiendo muchas de las quejas de mi amiga.

Lo peor de todo es que son quejas que he oído a menudo y que para ser sincera, yo misma he lanzado al aire alguna vez. Quejas que parecen legítimas y que son el reflejo de una situación real y dolorosa, que alguna vez he oído resumida como el «síndrome de la súper mujer». Pero no es solo eso, sino también otro síndrome, que voy a llamar «el síndrome del sacrificio» y es esa idea de que las mujeres lo sacrificamos todo.

Os voy a poner un ejemplo… las mujeres de hoy, año 2013, trabajamos, nos ocupamos de la vida familiar, hacemos ejercicio, controlamos la agenda de la casa, somos capaces de hacer cualquier cosa (desde montar un mueble a preparar una cena para 15 personas), vamos a todas las reuniones (sean del cole, de la comunidad de propietarios o del club de atletismo), salimos con nuestras amigas y estamos guapas. Vamos, que la visión actual es la de una mujer de los años cincuenta unida a un hombre. O sea, que se espera que los hombres sigan haciendo lo que hacían antes (básicamente nada o preocuparse de sus cosas) y a las mujeres se nos da permiso para hacer eso (trabajar, salir) pero se nos exige que además hagamos lo que nos pasamos muchas generaciones haciendo. Y se espera, además, que nos guste. Y que si hay otras necesidades, nos sacrifiquemos.

Eso no mola.

No paro de oír que las mujeres nos sacrificamos por nuestros hijos y por nuestras parejas y tonterías similares. Y no en cosas que son auténticos sacrificios, sino en nuestro día a día. Comemos más tarde o de pie en la cocina, nos duchamos a horas intempestivas, nos vamos a dormir más tarde preparando cosas. Y me da mucha, mucha rabia. ¿Por qué? ¿Por qué nuestras necesidades o nuestros gustos tienen que estar en segundo plano en la vida familiar? ¿Por qué se nos pide que nos sacrifiquemos y se alaba ese sacrificio que no sirve de nada, solo para perpetuar una imagen de la mujer servil que no deberíamos tener ningún interés en perpetuar? Cuando tengo la tentación de vivir mi vida como un sacrificio y de inmolarme por el bien de la familia, pienso en la pompona. ¿Es esa la imagen que quiero que tenga de lo que es una mujer? ¿Quiero que tenga límites invisibles que la guíen y le demarquen la vida? ¿Quiero obligarla a tener una vida determinada?

De algún modo nos han inculcado esos valores mediante la cultura, nuestra cultura. En libros y pelis en que las mujeres somos eso, el ancla, la compañera silenciosa que no se ensucia las manos y solo da consejos acertados. La persona que no piensa en sí misma. Y disfrazan ese no pensar en sí misma de generosidad. No es generosidad. No está mal que pensemos en nosotras mismas, en lo que queremos y en lo que no. No es malo saber qué queremos y luchar por ello. No es malo tener deseos y no renunciar a ellos. Es más, si nosotras no pensamos en nosotras mismas, ¿pensáis que alguien lo hará?

Porque esa es la otra cara de la moneda. ¿Quién piensa en nosotras? ¿Un príncipe azul que nos rescata de nuestra vida anodina y se anticipa a nuestros deseos? Eso es lo que nos han vendido. Otra vez nuestra cultura al ataque. Las chicas reciben siempre al final un beso de amor que hace que haya valido la pena cualquier sufrimiento y que las transporta a un nuevo mundo en el que alguien va a cuidar de ellas.

(Y otra cosa apunto aquí… ¿no os parece una presión excesiva también para los hombres? Nosotras no nos preocupamos de nosotras ni de nuestros deseos ni de nuestra vida, pero los hombres tienen que hacerlo… ¿No es muy injusto también para ellos?)

Así que las mujeres solteras y sin hijos, especialmente las que están muy contentas de ser solteras y sin hijos, son outsiders en nuestra cultura popular. Son las raras, da igual lo felices que sean. Se están perdiendo algo, el sacrificio, el ser una mujer completa y perfecta.

Sinceramente, yo no quiero ni necesito que nadie me cuide, ni me salve.Y no quiero ser una mujer perfecta. Quiero tener la vida que me dé la gana. Yo he elegido tener pareja e hijos porque me gusta, me va, pero me parece estupendo que alguien decida no tenerlos. Me parece estupendo que cualquier mujer haga lo que le dé la gana y que tenga posibilidades de hacerlo. Y exijo que las mujeres tengamos todas las opciones y se nos valore por muchas otras cosas que no sean la vida familiar.

Pero volvamos al tema del sacrificio, la renuncia y el llegar a todo… Basta.

Basta, de verdad.

Pensadlo fríamente y si tenéis hijas, pensad en ellas. ¿Mola esa presión? ¿Mola que mi amiga, una chica divertida y graciosa esté hundida en ese pantano de vida familiar y de dejarse de lado ella porque siempre hay cosas más importantes? ¿Mola sentirse culpable cuando una piensa en una misma y en lo que quiere hacer sin tener en cuenta nada más? ¿Mola renunciar a las cosas que nos apasionan para estar al servicio de un ente familiar que nos han vendido y que podría funcionar tranquilamente de otra manera?

Pues no, no mola. Exigir tu tiempo, tu espacio, no es egoísmo, ni falta de cariño hacia los que te rodean, sino todo lo contrario. Quererte y escucharte a ti misma es el primer paso para poder hacerlo extensivo a los demás. Porque si no, quieras o no quieras, vas a estar resentida. Un poco o mucho, pero resentida seguro. Y te va a costar tomarte las necesidades de los demás en serio y no entenderlas como una afrenta personal.

Creo que yo no soy quien para dar consejos, pero sinceramente, tenemos solo una vida y es una pena malgastarla intentando complacer a todo el mundo y dejando de lado lo que te apasiona hacer. Así que yo diría que hay que intentar ser nosotras mismas y disfrutar del tiempo que tenemos, que a veces es más corto de lo que pensamos.

Y está bien echarle la culpa a la cultura y a la sociedad, pero al final, las que más presión nos ponemos somos nosotras. Y nosotras también somos las únicas que podemos escapar de esa presión y darnos permiso para pensar en nosotras antes de pensar en todos los demás. Vamos, que podemos elegir dejar de sacrificarnos y podemos elegir buscar nuestro espacio y escucharnos para saber qué necesitamos. Y podemos empezar ahora mismo.

Y nosotras también somos las peores juezas de nuestro género. Así que practica también con las mujeres de tu alrededor y no las juzgues, dales espacio, deja que sean como les dé la gana, aunque a ti no te mole. No seas criticona. O critica otras cosas (que criticar mola, seamos sinceras).

Relájate y baja las expectativas. Y si no llegas no has llegado. Y si no tienes tiempo y no te has depilado y los niños se han ido a dormir tarde y habéis cenado pizza congelada… ¿pasa algo? ¿Va a estallar la tercera guerra mundial o va a haber un apocalipsis zombi? Si no has hecho un trabajo excelente y no te has sacado de encima todo lo que te querías sacar, y si tu jefe te ha echado una bronca, ¿pasa algo? Quítate presión de encima, no te agobies. Un mal día lo tiene cualquiera. Y nadie llega a todo. Así que delega y relájate.

Y habla. Cuando empezamos a enseñarles a los niños a verbalizar lo que sienten… intenté hacerlo yo también. Y hay que ver cómo cambian las cosas cuando en lugar de mirar al pomelo con ojos asesinos esperando que me adivine el pensamiento le digo lo que me pasa. Muchas veces hasta lo entiende…

35 Comments
  • eledela
    Posted at 10:31h, 13 agosto Responder

    Hola, he descubierto tu blog hoy, y, casualidades de la vida, ayer tuve esta misma conversación, pero con un hombre. Él es el que está atado, sacrificado y sin tiempo ni espacio para si mismo. Y lo está pasando mal, muy mal. Menos, pero también hay hombres en esta situación.
    Tienes una seguidora más de tu blog

    • Paula
      Posted at 21:19h, 13 agosto Responder

      Hola! Pues sí, claro, supongo que también hay muchos hombres… Creo que es un mal de nuestra sociedad, que nos exige un rol muy definido tanto a hombres como a mujeres y eso es siempre malo, porque a veces no nos apetece hacer lo que se espera de nosotros. La cultura del sacrificio es una lacra, la verdad.

      Mucha suerte para ese hombre que lo está pasando mal! Y muchas gracias por pasarte por aquí!

    • hungria
      Posted at 06:21h, 15 agosto Responder

      Hola , una filosofía muy interesante. Creo que muchas personas y estoy segura que piensan así,
      pero siempre hay un pero, inseguridades, soledad, inestabilidad y el no saber que hay al otro lado de nuestra necesaria libertad de nuestro yo,
      es muy difícil llegar a soltar esas cadenas que en realidad a veces nos dan una protección aunque sean de esclavitud,
      tu articulo es muy interesante, realista pero…….. casi imposible de aplicar,
      pero nos viene muy bien que personas como tu nos pongan las pilas, un beso amiga

    • Paula
      Posted at 11:11h, 15 agosto Responder

      Me encanta que digas eso de que las cadenas a veces nos dan protección, porque creo que como con tantas cosas en la vida, esa es la clave. Nos da miedo dar el salto, hacer las cosas de otra manera, darnos permiso para ser diferentes. Por eso funciona la sociedad, porque se basa en muchísimos años de funcionamiento y los humanos somos animales de costumbres.

      Pero no es menos cierto que las mujeres, en general, solemos estar insatisfechas y nos quejamos y nos quejamos. Y hay muchas que son muy infelices. Así que a lo mejor vale la pena probar, aunque no sea del todo, aunque sea en pequeñas cosas.

      Mi canción favorita de los Rolling Stones dice que no siempre consigues lo que quieres, pero que si lo intentas, consigues lo que necesitas. Y creo que aunque nos dé miedo, dar un salto, por pequeño que sea, nos puede acabar llevando a lo que más falta nos hace. Así que vale la pena intentarlo, ¿no?

  • tess soap
    Posted at 13:04h, 13 agosto Responder

    Con una reflexion por el estilo llevo una semana mas o menos,es una pena que nos sintamos en esa situacion y no!no es lo que quiero para mi hija,pero es lo que ve

    • Paula
      Posted at 21:21h, 13 agosto Responder

      Claro, Lola. Es que es una imagen constante, en casa, en la tele, en todas partes. Pero creo que hay que hacer un esfuerzo para cambiarla. No solo por las peques, sino por nosotras. Que luego un día echas la vista atrás y han pasado los años y no has hecho nada de lo que querías hacer ni has pensado en ti ni un segundo. Y hay que pensar en nosotras, cachis, e intentar hacer todo lo que nos gusta. Un beso!

    • tess soap
      Posted at 09:59h, 14 agosto Responder

      Tienes toda la razon,pero hasta eso es dificil,y eso que yo hace muuchos anos y llevda por laa circunstancias,aprendi a decir "no" y anda que no se queda una a gusto y tambiem a decir "ni puedo,ni quiero" y tambiem ye quedas muy bien,pero es verdad que aun asi,es dificil cambiarlo todo y salirte de la dinamica que nis tienen marcada

    • Paula
      Posted at 12:21h, 14 agosto Responder

      Pues son pequeños pasitos. Aprender a decir "no" es muy importante. Igual que aprender a que te importe poco lo que piensen o digan los demás. Es difícil, pero poco a poco vas cambiando dinámicas. Todo de golpe no lo vas a cambiar, pero cada pequeñísima cosa que hagas de otra manera te acerca más al objetivo.

  • ana5059
    Posted at 19:28h, 13 agosto Responder

    Muy buen post! Subrayo eso de "date permiso", a veces se nos olvida perdonarnos, ser indulgentes con una misma. Y es necesario relativizar las cosas, no dar demasiada importancia a lo que no la tiene, pero a veces es dificil distinguir lo necesario de lo accesorio.

    • Paula
      Posted at 21:24h, 13 agosto Responder

      Exacto. A veces todo se nos hace una montaña. Molan esos días en los que todo funciona perfecto, pero también es cierto que son poquitos… lo normal es que siempre se tuerza algo. Y si te lo puedes tomar con calma y reírte, mejor para ti. Al final es cierto, la presión nos la ponemos nosotras y tenemos que ser las primeras en permitirnos no ser perfectas. Porque es mucho más divertido no serlo y tener mil historias divertidas que contar ;^)

  • Anónimo
    Posted at 06:45h, 14 agosto Responder

    Paula, has hecho bien en escribir este post… ye felicito. Todas en algun momento de nuestra vida nos hemos sentido asi… pero la culpa no es del exterior (cultura, familia…etc), a veces somos nosotras mismas las q nos ponemos todas esas obligaciones… y cuando un dia, rompes con eso y te liberas de esas cadenas es una victoia fantastica…. animo a tod@s aquellos que esten asi a romper la cadena por dia… a ver que pasa..besitos !!!
    Cristina (Marieta Vola Vola)

    • Paula
      Posted at 08:21h, 14 agosto Responder

      Bueno, yo creo que la culpa es mixta. Nos han criado con unos estereotipos y nosotros los perpetuamos y nos presionamos para perpetuarlos. Y como decía, somos terribles con nosotras mismas y con las demás mujeres. Tenemos que liberarnos todas y marcar una nueva serie de prioridades que nos tengan más en cuenta a nosotras mismas. Un petonet, guapa!

  • Isla Sandía
    Posted at 07:41h, 14 agosto Responder

    A mis treinta y pocos, vivo sola, sigo soltera y sin hijos, y soy muy feliz 🙂 Hago lo que quiero cuando quiero porque quiero 😉
    Pero igualmente siento el peso de la sociedad, que me mira de reojo y se pregunta ¿esta chica, cuándo se echará novio? (eterna pregunta que ya cansa); o ¿por qué no se hace la cama por las mañanas? o ¿por qué se va a dormir sin haber fregado los platos antes? Pues porque, como tú dices, tengo cosas mejores que hacer, como salir a tomar un café o ganchillear o leer o no hacer nada 🙂

    • Paula
      Posted at 08:25h, 14 agosto Responder

      Buf. Tengo un montón de amigos como tú y es un coñazo ver como algunos se angustian por eso, porque notan la presión por tener pareja y "sentar la cabeza". Qué ganas de meterse en la vida de los demás. No hay nada que me dé más rabia que la gente que va pregonando que la familia es lo mejor del mundo y que tener hijos es casi un objetivo vital. Después se ve lo que se ve, niños amargados con padres totalmente superados que claramente no disfrutan de su vida. Vale ya de presión. Que cada uno haga lo que le dé la gana, que para eso la vida es suya, ¿no?

  • sonia de entre harinas
    Posted at 08:08h, 14 agosto Responder

    Pues yo vivo a diario con este discurso interior,porque a pesar de que me he relajado y paso de planchar,y si el piso no está tan bien pues no lo esté y just eat esté en mi barra de favoritos,sigo llevando el peso yo.Y para encontrar ese tiempo para mi,trabajo dsd casa,hago horarios imposibles y voy muerta.Y no,no mola.Ser consciente de ello además me mosquea y no ser capaz de cambiarlo más.El sacrificio efectivamente no mola. Y lo peor,qué modelo damos a nuestros hijos?Muy buen post,un beso dsd la France.Te llamo a mi vuelta.Mua

    • Paula
      Posted at 08:27h, 14 agosto Responder

      Hombre, yo lo he escrito como ejercicio catártico, porque también vivo con ello todos los días y quiero llegar a todo. Quiero hacer más cosas y extender el tiempo hasta el infinito, pero me siento culpable si no hago una dieta equilibrada para todos o si algún día dejo a los niños en el comedor cuando no les toca. Estoy aprendiendo a cut me some slack, a dejarme vivir, a perdonarme cuando no hago todo lo que debería, a tachar cosas de mi to do list, SIN hacer. Y oye, es liberador. Que no estalla el mundo si me he olvidado de contestar un correo :^) Hablamos, que tenemos cositas pendientes!

    • Sònia de Entre Harinas
      Posted at 18:03h, 14 agosto Responder

      Pues sí, una de esas cosas que desearía tachar del to do list y que siempre postpongo para dedicarme a otras cosas 😉 Un beso

    • Paula
      Posted at 11:05h, 15 agosto Responder

      Hay que ponerse, hay que ponerse, que tengo ideas…

    • Paula
      Posted at 23:12h, 27 agosto Responder

      Bé, d'això va la cosa, no? De posar-nos unes expectatives massa altes i després emprenyar-nos quan no les complim.

  • Verónica L. Gutiérrez C.
    Posted at 15:06h, 16 agosto Responder

    Soy una de esas "outsiders", he tenido relaciones con otros hombres pero como han sido decididamente inconvenientes me he zafado, afortunadamente. Creo que para que no me anule yo misma ante un siempre posible matrimonio, hijos ya no porque eso de plano decidí en negativo,es indispensable "matar el gallo desde el principio" como dice mi mexicana familia. Es decir, desde el dia 1 no usar la tecnica de seducción de la mujer abnegada, fuerte, soldadera tipo Adelita que hace milagros y que además necesita de otros para servirles y existir o tener vida. Es importante buscarse un ingreso, no depender económicamente de nadie en la medida de lo posible, lo cual requiere MUCHA creatividad y talento cuando se tienen hijos (me imagino y lo respeto) y no andar de "nalga pronta", dejar a los demás, vivir sus vidas y usar sus capacidades. Está perfecto el instinto maternal sin el cual yo no estaría aquí pero hay que ver con quién y hasta donde. Que no se confunda el amor malsano con el amor que realmente permite libertad y evolución individual. Muy buena entrada! Atte @gravitaniamex

    • Paula
      Posted at 23:17h, 27 agosto Responder

      Bueno, pero es que eso va como va… Es decir, aunque estoy de acuerdo que lo mejor es empezar desde el día uno… qué quieres que te diga, yo había vivido engañada durante muchos años, creyéndome ese rollo de la abnegación. Y no abnegación femenina, porque a feminista no me ha ganado nunca nadie, sino abnegación por el bien común, por el bien de la familia. A mí el que me quitó las tonterías fue mi pomelo, que desde el principio de nuestra relación me dejó claro que él tenía una parcela de su vida a la que no pensaba renunciar y que tampoco tenía mucho interés en compartir. Y aunque en su día me dio una rabia terrible, de eso aprendí, porque él que también es bastante feminista, me animó a tener ese mismo espacio para mí. Pero bueno, la cuestión es que nos venden esa visión de la familia y de la vida, y las mujeres, particularmente, somos presa fácil. Yo sinceramente lo resumiría en que el egoísmo bien entendido no es egoísmo, sino, como me decía una buena amiga que me parece que también ha comentado por aquí, crecimiento personal. Al final lo importante es que cada uno llegue hasta donde quiere y, más importante, pueda llegar hasta donde quiera. Sin presión ni del ambiente, ni de su entorno, ni de uno mismo.

    • Mariona Montes
      Posted at 16:55h, 28 agosto Responder

      Una experta en neurobiologia del comportamiento, de la que he aprendido mucho, la Dra. Rosa Casafont, me decía que egoista no es el que hace lo que uno quiere, sino que egoista es el que hace que los demas hagan lo que uno quiere. Me encanta pensar en eso…A mi, en mi vida, me presionan en muchos aspectos.. y a menudo qué hago? sentarme en el sofá toda la tarde, tirarme a las agujas y pensar.. a veces canto, pero nunca me da por sacar el polvo o ponerme a fregar.. me da igual como esté mi casa, pero nunca me dará igual cómo esté mi cabeza…

    • Paula
      Posted at 10:46h, 30 agosto Responder

      Mariona, eres una crack. No se puede expresar mejor.

  • hungria
    Posted at 09:38h, 18 agosto Responder

    Anda! el tema principal esta dando caña. me alegro que se halla desencadenado en exposiciones necesarias para la mente,
    he oído decir a personas de edad avanzada y culturas de pueblos que: cuando nacemos nuestros papas nos ponen el nombre que creen conveniente, por gustos, por complacer al familiar querido, por tradición para que no se pierda.
    y cuando somos mayores nosotros opinamos si nos gusta o no, pues bien, a cuantas personas habéis oído decir que el nombre que nos pusieron fue muy acertado porque es el justo con nuestra personalida?, jajajajajajajaja,
    yo estoy muy enfadada con mis papas( ya no viven) me tenían que haber puesto LIBERTAD, así es la vida que le vamos a hacer,.
    y aunque parezca que he saltado a otro tema pues no, este contenido lleva un trasfondo de el tema que anteriormente he dicho, ( el principal que esta ando caña y esta muy bien.besitos

    • Paula
      Posted at 23:20h, 27 agosto Responder

      Bueno, pero es que todo nos marca! El nombre, las expectativas, lo que vivimos en casa… No sé dónde leí que se había hecho un experimento: habían cogido unos bebés e independientemente de su sexo los habían vestido de color rosa y azul. Las expectativas de los adultos que interactuaban con ellos eran totalmente diferentes y se comportaban de un modo totalmente diferente, según el color de la ropa. Así que ahí tienes más tema, porque la verdad es que este tema se ramifica un montón y da mucho de sí. Tú te quejas, pero yo siempre pienso en las personas a las que les han puesto nombres como "Dolores" o "Soledad". Puede que las palabras en sí sean bonitas, pero la carga de esas palabras es mortal, ¿no?

  • Rosy
    Posted at 00:57h, 20 agosto Responder

    Me sentí así cuando mis hijos eran pequeños, totalmente asfixiada… creo que en los tiempos que corren, nadie te obliga a tener hijos y si los tienes has de apechugar con las consecuencias… pero ahora han crecido y me estoy tomando la revancha. Gran reflexión…

    • hungria
      Posted at 06:32h, 20 agosto Responder

      Hola Rosy, me das miedo, jejejej, sabes que se puede terminar; dos por tres calles y repretaos, besos

    • Paula
      Posted at 23:24h, 27 agosto Responder

      Claro, Rosy, pero los que deciden tener hijos son dos personas. Así que son dos personas las que deben apechugar… Por otro lado, lo que tampoco es de justicia es que se empuje a la gente a tener hijos, que parezca que es lo que se espera. Yo, como tengo padres separados, me lo pensé mucho, porque para mí era una gran responsabilidad. Pero no paro de ver gente que tiene hijos porque es lo que toca y acaba siendo un desastre. Para los niños, claro, pero para esas personas también. Creo que todavía no hablamos claro de estos temas, pero yo respeto muchísimo a la gente que no tiene hijos por decisión propia. Creo que en una sociedad como la nuestra hay que ser muy valientes para reflexionar sobre el tema y tomar la decisión consciente de no tener hijos o no tener pareja. O no tomar la decisión consciente, sino decidir que no es una prioridad para ti y que ya verás lo que haces. Me gusta mucho la gente que piensa en esas cosas y decide que vivir en pareja o la m/paternidad no es para ellos. Hay que hablar más de estos temas y dejar de estigmatizar a las familias que la sociedad no considera normales.

  • misperendengues
    Posted at 10:08h, 26 agosto Responder

    Bueno, bueno, bueno, mi tema del verano. Lástima no haberlo leído antes, o no, porque ELEGÍ DESCONECTAR, jaja. Precisamente esta presión es la que me intento sacar de encima, de ahí que comience mi Año Cero. Mail al canto. Muaks

    • Paula
      Posted at 23:25h, 27 agosto Responder

      Bueno, si estabas desconectada, estabas muy bien, pues 🙂 Para mí no es un Año Cero sino una lucha constante. Pero ya son muchos los días en los que gano la batalla!

  • Pepa
    Posted at 07:11h, 19 septiembre Responder

    Buenos días.
    Leer estas cosas me dan pena. Porque mi vida es así. Trabajo fuera de casa de 7:45 a 15:15 y el resto de la jornada en casa. Tengo dos niñas. Y tengo todas las cargas de las que hablas. Me impresiona leerlo aunque estas reflexiones ya las había escuchado alguna que otra vez.
    Al poco tiempo de tener a mi hija mayor me encontré por la calle con una amiga de mis padres. Debió ver el careto que tenía y debió sentir pura lástima. Y me dijo una cosa de la que tú hablas: ahora las mujeres después de tener un hijo tienen que estar estupendas, ir a todas partes, poder con todo, dar una imagen que no es real. No es real porque si hacer lo que hacemos nos cuesta tantísimo esfuerzo, no debería compensarnos. Pero seguimos haciéndolo. ¿Por qué?
    Yo hago todas esas cosas porque me encanta hacerlas. Ojalá tuviera la posibilidad de no trabajar fuera de casa y dedicar más tiempo a esas otras ocaupaciones. Pero me oigo y digo……Dios mío! Me gusta hacerlo o me han impuesto ese cliché de que me tiene que gustar hacerlo? En el fondo creo que me gusta, pero no de la manera en que querría llegar a hacerlo. Me cargo de todas esas maletas con gusto porque pienso que el trayecto va a acabar de la manera idílica… aunque no muchas veces lo hace.
    Por otra parte está lo de pensar en una misma. A mi lo que más me duele es que en casa espero que vean las cosas como yo; que vean las cosas que son comunes; que comprendan que yo también tengo necesidad de quedar un día con amigas o de ir a hacer deporte o de ir de tiendas. Claro, como nunca lo hacemos, en la cabeza de nuestros maridos no está el chip de "ella".
    E da pena que no vean ese "síndrome del sacrificio". Porque no lo ven. Ya no digo que no vean que sus necesidades o apetenciasson las mismas que las nuestras. Incluso ya no digo que vean todas las cosas que hacemos. Estaría bien que por un momento se dieran cuenta de que puede ser un síndrome, un defecto, una carga que padecemos.
    Bueno, podría divagar y divagar sobre el tema. Pero en el fondo me da la sensación de que es vanal. Solamente diré a todas mis amigas y buena parte de mis amigos que lo lean. Y a mi marido, por si acaso…
    Un saludo y gracias

    • Paula
      Posted at 07:38h, 20 septiembre Responder

      Hola, Pepa.

      Tienes toda la razón. Es verdad que lo hacemos con gusto, pero también es verdad que estamos agotadas y que no tenemos tiempo para nosotras. Y que si reclamamos tiempo para nosotras, nos sentimos culpables. Culpables de tener necesidades, culpables de no estar pendientes de nuestros hijos, culpables de todo.

      Pero lo primero que hay que cambiar es nuestra propia mentalidad. Yo también disfruto de las tareas de casa (menos de limpiar, eso no) y de estar con los niños y jugar con ellos (y este blog es la prueba). No sé si me lo han inculcado y si soy yo que soy así, pero disfruto y no pienso dejar de hacerlo. Eso por un lado. El otro día leía un artículo que hablaba de eso, de que las mujeres también nos sentimos culpables porque nos gustan cosas tradicionalmente femeninas y creemos que eso atenta contra el feminismo. Pero no es cierto. Oye, yo disfruto haciendo ganchillo. Si mi abuela lo hacía por obligación, lo lamento por ella, a mí me divierte y me gusta y no pienso renunciar a ello. Y en general me gusta ser la gestora de mi casa, así que tampoco pienso renunciar. Eso es lo primero. No te sientas culpable por lo que te gusta hacer, disfrútalo.

      Pero… Las mujeres tenemos necesidades. Y es cierto que los demás no se dan cuenta. Pero vamos a hacer un ejercicio de autocrítica: ¿Necesitan los hombres que nos demos cuenta de que tienen necesidades o simplemente anuncian que tienen necesidades y que quieren hacer cosas? Ellos lo anuncian, nos dicen que se van a correr o a ver un partido o que han quedado con un amigo para ir a un concierto. Y nosotras entendemos que tienen necesidades. Así que tendríamos que hacer lo mismo. Tendríamos que pedir lo que necesitamos y queremos. Y así ellos entenderían que tenemos necesidades.

      No sirve de nada ahogarnos en nosotras mismas y esperar que alguien se dé cuenta. Ayer leía una cita que me encantó: "La relación más profunda de tu vida la vas a tener contigo misma". Y es cierto. Si tú no te conoces, no sabes lo que quieres y necesitas, y lo más importante, no luchas por lo que quieres y necesitas, nadie lo va a hacer por ti. Así que hay que empezar a hablar, a decir lo que queremos, a hacer lo que queremos hacer y a anunciar cuando no llegamos.

      Creo que hay una diferencia entre que nos guste lo que hacemos y no tener nunca la posibilidad de dejar de hacerlo. Es decir, a mí me gusta cocinar y estar con los niños, pero quiero poder estar saturada un día y decir que no quiero cocinar ni jugar. Tengo derecho a decirlo, tengo derecho a querer quedar con una amiga para tomar un café o a poder encerrarme en el estudio a coser o a escribir o lo que sea. Eso es lo que reclamo y lo que exijo, y lo que creo que todas deberíamos poder hacer.

      Y en cuanto a lo de estar estupenda… ayer colgué en FB una noticia sobre una chica que está haciendo un libro de fotos sobre mujeres reales después de tener hijos. Miraba esas fotos de madres bonitas y reales y pensaba que realmente, si alguien me juzga solo por el físico, esa persona no me interesa nada. Pensaba que todos mis amigos e incluso mi pomelo, no son las personas más guapas del mundo, no están en mi vida por eso. Están en mi vida porque me gusta como son, me aportan cosas, me suman. No quiero estar en la vida de nadie por mi aspecto físico. Quiero ser una persona feliz que aporte a la vida de los demás, como ellos aportan a la mía. Mi cuerpo es estupendo porque ha dado vida a tres niños geniales, los ha alimentado, los cuida; es estupendo porque me lleva donde quiero y a veces supera sus limitaciones y su cansancio para darme una hora más. Me da igual lo que piense otra gente al mirarlo.

      Yo creo que es verdad que tenemos mucha presión social en todos los sentidos, pero creo que lo más importante es luchar por vivir la vida como la quieres. Y levantarte y hablar. No esperar a que te pasen cosas, rebelarte. El síndrome del sacrificio es horrible y cuando somos conscientes de que lo sufrimos, el único camino es levantarte, hablar y cuidar de ti misma, porque nadie más lo va a hacer.

  • Mònica Marull
    Posted at 08:01h, 09 septiembre Responder

    Ostras Paula. Qué bien que hablas. En momentos pensaba que hablabas de mi…. Yo me veo un poco en esta situación y sabes lo que más me jode? Cuando otras mamás te dicen que te admiran. Admirar? Porqué? Muchas estamos programadas de tal forma que al ver a otra mujer atrapada en esta dinámica en lugar de decirle cosas como las de tu post te vienen y te dicen que te admiran….. Preséntate de presidenta. Tienes mi voto.

    • Paula
      Posted at 15:43h, 09 septiembre Responder

      Huy, no, que si soy presidenta no tendré tiempo para tejer ni para coser ni para leer ni para hacer bricolaje ni para no hacer nada…

      Lo tenemos tan metido en el ADN y en la cultura que nos parece admirable, sí… ¿Qué admiramos? ¿Que una mujer duerma cuatro horas porque ha hecho galletas caseras para el desayuno de los niños, una clase de steps a las diez de la noche, una cena de tres platos, una jornada laboral de diez horas…? Madre mía, pobrecilla! Más admirable es que alguien te diga: "Oye, mira, no. No voy a entrar en el AMPA porque si no, no tengo tiempo para hacer clase de aikido. Muchas gracias." Eso es valorar tu tiempo y tu espacio. "No, oye, perdona, pero no, eso no voy a hacerlo, porque si no no tengo tiempo para comprar telas en Telaria…" 🙂

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