Salón del cómic

16 Abr Salón del cómic

Ya os conté que el viernes me iba al salón del cómic. Lo que no os dije fue que me llevaba al pompón friki. Sí, sí, hizo campana (novillos) para poder ir al Salón. Y antes de que me denunciéis, os diré dos cosas más para que me quiten la custodia bien quitada: no es la primera vez que lo hago y pienso volver a hacerlo todos los años.

Los motivos son varios, pero principalmente que el cómic es cultura. Cultura de verdad. Había varios colegios e institutos y creo que todos los coles de la provincia tendrían que aprovechar la oportunidad. Es una suerte poder contar con un salón como este.

Me he dado cuenta de que no saqué muchas fotos, pero es que, claro, tú entras y te encuentras con un personaje como este:

y ya no eres persona, solo fan, muy fan. Me saqué una foto abrazada a Mario, pero no la puedo publicar porque mi cara de adolescente taquicárdica dejaría en evidencia a las fans más acérrimas de Justin Bieber y una tiene una cierta reputación.

También estaban las Tortugas Ninja, pero a mi pompón le entró un ataque de vergüenza y las observó desde lejos…

El momento friki del día llegó cuando después de ver el póster de Sitges, mirar las fechas y contar mentalmente los días que faltan para esta nueva edición, pasé un momento por el stand de Cine Asia para ver qué pelis tenían… y me encontré con un compañero de box-karate. Hablando y hablando descubrimos que somos los dos fans del mismo cine asiático y que llevamos años yendo a Sitges (y compartiendo sala). Qué pequeñísimo es el mundo.

Aquí nos vemos en octubre… Qué ganas de que llegue ya!

El pompón friki flipó con todo: videojuegos, personajes… pero especialmente con los libros. Se le dilataban las pupilas viendo tanto material junto. Hojeó y ojeó, leyó y miró dibujos, comentó conmigo sus favoritos y puso ojos de gato de Shrek para conseguir que le comprase algo. Hoy martes ya se ha leído dos de los tres álbumes que se trajo.

Este año, el salón me pareció un poco más desangelado que en ediciones anteriores. He oído comentar que no había tantos estrenos como otros años, pero a mí también me pareció que faltaban algunos expositores, o que quizás tenían stands más pequeñitos.

De todos modos, siempre es un placer pasear por el salón, ver las novedades y los clásicos, mirar cómo firman y dibujan los autores, charlar con los expositores y babear invariablemente ante tal cantidad de material, porque te lo llevarías todo!

Pero tuvimos que elegir y finalmente trajimos el álbum de Todo Wally para los pompones peques; Guía del mal padre de Guy Delisle, que nos encanta, para el pomelo; Secretos arcanos, Tom Gates 4 y un álbum de Zipi y Zape para el pompón friki; y Green Manor y Tokyo Sanpo para yours truly. Nos lo habríamos traído casi todo, la verdad, y me quedé con ganas de comprar alguno más.

Y luego nos subimos al coche y nos volvimos para casa. El pompón friki absorto en su libro y yo, totalmente henchida de orgullo por ser una madre guay. O legal. O lo que sea que dicen ahora los adolescentes.

Porque otro de los motivos principales de llevarlo un viernes al Salón es crear un recuerdo que lo va a acompañar siempre. Y eso no tiene precio.