15 Abr Plantas
A mis pompones les gusta mucho regar las plantas. Todo empezó el año pasado, cuando plantamos unas margaritas en el balcón al empezar la primavera. Al pompón grande, que entonces tenía cuatro años, le encantó la idea de trasplantar, cavar, ensuciarse con la tierra y finalmente vaciar una regadera de agua encima de la planta. Y así decidimos renovar la vida vegetal de nuestro balcón.
Para hacerlo, primero hemos estado recuperando semillas de todas partes. Se puede hacer como queráis, en una caja con compartimentos, en varias cajas pequeñas de cerillas, en bolsitas… La idea es buscar todo aquello que pueda crecer: legumbres secas, semillas de fruta, de verdura, de flores… Ir a una de esas macrotiendas de jardinería a comprarlas es divertido, pero lo es más aún sacarlas de la fruta o la verdura mientras estamos cocinando, limpiarlas, secarlas y guardarlas. Y etiquetarlo todo bien para saber de qué es cada semilla.
De hecho, mi pompón mayor nunca ha estado más atento a lo que comemos. Que si las semillas de la manzana, que si del tomate, que si de los calabacines…
Después, se empieza por plantarlas en un lugar pequeño. Pueden ser tiestos chiquitines o jardineras, pero nosotros también hemos reciclado una cubitera en la que plantamos diferentes cosas. Cuando empiezan a crecer los primeros brotes, solo hay que pasar la planta a un recipiente más adecuado (latas grandes bien lijadas, botes de cristal para poder ver las raíces, tiestos de arcilla pintados por los niños…) y dejar que siga creciendo.
Mis pompones disfrutan muchísimo viendo cómo crecen las plantas, cómo salen las flores, como toda la planta se hace más pequeña con el frío y vuelve a nacer en primavera…
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