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Skandinavisk Dyrepark

Skandinavisk Dyrepark

¿Qué os parecería darle de comer a un reno?

¿Y a un ciervo? (o a veinte)

¿Y saber más cosas de los osos?

¿O ver como una cigüeña prepara su nido?

Estuvimos en el zoológico de animales escandinavos Skandinavisk Dyrepark, un poco más al norte de Arhus, en la península de Jutlandia, en Dinamarca. Todo lo que os pueda decir sobre este parque no le hará nunca justicia, porque es el zoológico más impresionante en el que he estado.

Es un parque que no tiene muchos animales, pero todos los que viven allí tienen un espacio impresionante para correr, saltar y comportarse de la manera más cercana a la libertad que puede existir en un zoo. Los recintos de los osos, por ejemplo, ocupan un espacio enorme y tienen pasarelas que los recorren de punta a punta por encima, para poder ver a los animales sin molestarlos.

En este parque (y por lo que he podido ver, en todos los zoológicos daneses) te avisan de los horarios de alimentación de los animales, y un trabajador del zoo te explica cosas sobre su dieta y su comportamiento mientras les da de comer y tú te vuelves loca sacando fotos…

Es tan alucinante pensar que quizás uno de esos renos conozca a Papá Noel… Nunca habíamos visto un reno, ninguno de los cinco. Nos quedamos embobados dándoles de comer y acariciándolos, especialmente los cuernos, que son suaves y peludos.

Tampoco habíamos visto nunca un alce. Parecían salidos de Doctor en Alaska. Nos impresionó lo altos que eran con unas patas delgadas y largas.

El pompón mayor conoció un nuevo animal que rápidamente se convirtió en su favorito, el zorro ártico.

Lo mejor del zoológico es que casi siempre se entra en el hábitat de los animales, lo que te da una idea mucho más precisa de cómo viven y cómo se mueven. En el caso de los ciervos rojos, aunque no se te acercaban mucho, podías pasear por los caminos que había dentro de su inmenso recinto.

Los osos nos dejaron con la boca abierta. Aunque hace años habíamos tenido un oso polar en el zoo de Barcelona, no es lo mismo verlo en un recinto pequeño que en plena acción, mientras come y se baña, en un recinto gigantesco.

Los osos pardos también nos encantaron.

Y había zorros rojos, serpientes, jabalíes, ardillas, cabras, lobos…

El parque también tenía una estupenda zona de juegos con tirolinas y camas elásticas y un centro de experimentación para tocar pieles, huesos y dientes, con el esqueleto de un mamut. En Dinamarca creen que para aprender hay que tocar, y yo no podría estar más de acuerdo. A los pompones les encantó ver cómo son las pieles de los diferentes animales y qué huesos tienen en la cabeza. Y comparar los cuernos de distintas razas de ciervos, renos y alces.

El lugar más impresionante de todos los que hemos visitado este verano, y un recuerdo imborrable tanto para los pompones como para el pomelo y para mí. Totalmente recomendable.

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